Él había sido amado

Tenía un don para encandilar al personal con su arte. Lo tuvo muy claro desde que era pequeño, ya escribía poesía profunda, impropia de su edad; aunque para su familia era sólo un deseo caprichoso y típico de un niño.

Pero se equivocaron, ese niño perseveró, tuvo fe absoluta en sí mismo y pasó a convertirse en un adolescente de éxito y algún tiempo después; en un adulto que era mucho más que un estrella de la música para niñatas que forraban carpetas. Llegó a formar parte del estrellato reservado a unos pocos, a los mejores, a los más carismáticos. Vuelvo a repetir, a los que están otorgados por un don privilegiado y deslumbrante.

Pero ese regalo envenenado de la fama, de la adoración de las masas, del talento inmenso, de su voz privilegiada, tenía una maldita contrapartida.

Su alma era demasiado sensible, le sobrepasaba él éxito, tenía remordimientos de su imagen pública, del personaje que él también contribuyó a crear, porque no se correspondía con la persona, ambicionaba no sólo el reconocimiento de colegas y público. Sufría con los ataques feroces de la prensa sensacionalista. Quería el respeto de los críticos...

Era inteligente, había ganado en elegancia con la edad, con un gran sentido del humor, humilde y generoso, pero también era autodestructivo, depresivo, demasiado perfeccionista, en el fondo, ansiaba amor verdadero, como todos los mortales. Era un hombre infeliz.

Se marchó joven, como consecuencia quizás y repitiéndose la historia una vez más de alma atormentada que no entiende lo que le rodea y siempre está insatisfecha.

En definitiva, él era demasiado divino en una era demasiado mundana, pero creo que subestimó la inmensa Admiración y Amor de los que estaba rodeado.

Quizás ahora, desde otra dimensión más pura e intangible, pueda verlo y considerarlo y sentir así más paz.