El alcohol y sus contradicciones
Por benito
Enviado el 23/01/2017, clasificado en Varios / otros
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Una tarde marginal. La calle está de bote en bote, tras la paliza que se dieron José Mari y Rodrigo. Rodrigo llega a casa y tiene la nariz hecha un cristo. Para él esa negligencia es algo natural, indica la condición cultural en la que su ser, más inocente se crio.
José Mari por su parte, no acudió a la plazoleta por la tarde, pero sí lo hizo por la noche. Llegó con media cara arañada, el ojo de esa media cara hinchado y muy borracho.
Al día siguiente entre Whisky y Whisky, Rodrigo cree que es “un borracho culto” o un “original desordenado” además, también cree tener una “incurable herida” o que “su barco, no llega a ningún puerto”. Al décimo vaso de Whisky, decide salir, con los tímpanos debilitados e intentando sugestionar la terrible pelea interna en la que se encuentra sumergido. Ingenuo piensa que, cuando llegue a la orilla del mar, se esfumara los fantasmas de sus pensamientos, que le recuerdan con pavor lo ocurrido ayer tarde.
Recostado ligeramente sobre el umbral de una puerta antigua de madera, va por la séptima lata de cerveza, cuando, José Mari se enreda con una serie de declaraciones, que comenta con él mismo, confundiendo, su YO ebrio actual con el sentido común. Sin replicar, hecha andar vulnerablemente sin ningún destino.
Casualmente se encuentran el uno al otro, en la primera avenida, en el chalet 27, el cual está en primera línea de playa. Rodrigo está sentado masajeándose suavemente la sien con las yemas de los dedos. La reacción de José Mari al ver a Rodrigo, fue de una mirada tímida. Lógicamente buscando el perdón y la amistad que les unen desde la infancia.
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