Se fue

Atardecía. El sol, bajo en el cielo, coloreaba suavemente las nubes en tonos naranjas y rosados. Ya era demasiado tarde para volver atrás. Todo parecía tan perfecto desde la cima de aquella colina... Pero él sabía que pronto llegaría la noche. Tenía que tomar una decisión, quizás todavía haía tiempo de volver a casa. Sin embargo, algo dentro de él le decía que esa decisión ya estaba tomada desde hacía mucho tiempo.

Empezó a sudar. El Sol, lenta pero inexorablemente, seguía descendiendo, llevándose con él toda la luz. Ya caía la noche. El atardecer había dejado de ser algo hermoso, ahora tan solo significaba que  llegaba la hora. En su rostro no se reflejaba ninguna emoción, sin embargo en su interior todo era un torbellino de emociones y confusos pensamienos. Y no lo pensó más.

Quien sabía lo que veía ahora, quién sabía lo que le podía pasar. Todo aquello podía ser un grandísimo error, o tal vez lo mejor que había hecho en su vida. Y no había forma posible de saberlo. Pero ya nada de eso tenía sentido, porque ésta era su decisión. Y la llevaría hasta el final, sin importar que pasara, afrontando todas sus consecuencias. ¿Y qué si nada salía como él esperaba? ¿Y qué si lo tomaban por un idiota? Nada importaba. Nada salvo la ultima uña de Sol que se hundía en el horizonte. Se acababa el tiempo. "Todo saldrá bien", se dijo. Y aún incapaz de desterrar aquella pesada incertidumbre de su alma, desplegó las alas y echó a volar, alejándose para siempre de todo lo que hasta entonces había sido su vida.

Su familia, sus amigos... todo quedaba ya atrás. Simplemente era hora de empezar su propia vida, con sus decisiones, con sus consecuencias, con sus sueños. Y así, volando, libre, persiguiendo un sueño, se fue.