Un acoston con la niña caliente (tercera parte)
Por DavidDeSiempre
Enviado el 25/01/2017, clasificado en Adultos / eróticos
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Kenia se ha vuelto una persona frecuente, últimamente me cuesta trabajo controlarla, su edad, sus locuras de niña y sus impulsos son un peligro en ocasiones, definitivamente es una relación que debería terminar pero, cuando ella se vuelve loca y cuando le entran las ganas de coger se me olvida hasta mi propio nombre. Desde que mi esposa regreso de sus vacaciones, y que con Kenia y mi otra vecina nos dimos una revolcada memorable en mi departamento, solo dos veces nos hemos visto para darnos un pequeño oral, ya va para un mes que ella me insiste en que la visite en su cuarto pero con mi esposa en casa no tengo oportunidad para verla como debe ser.
Ayer, mientras caminaba para mi edificio, Kenia me dio una nalgada desde atrás, voltee muy sorprendido y ella me sonrió con esa carita de puta con la que siempre me ve cuando estamos solos. Vestida con un mayon negro y un top blanco, dejaba notar su abdomen plano y terso, su pelo suelto y su aroma a frutas me dejo con un hormigueo en mi entrepierna.
-¿Que paso? ¿Aún no se da el tiempo para visitarme? Hoy voy a estar sola, mis papas se van a Cuernavaca y por la escuela, yo no puedo acompañarlos.
-No sabes cómo quisiera niña pero, ya ves que no me da tiempo. –Le digo mientras entramos al edificio y notando que estamos solos meto mi mano dentro de su mayon para acariciar su enorme culo.
-Ándele, dese tiempo hoy, yo sé lo que le digo.
Me dio un besito en la boca y camina exagerando su movimiento para lucir sus nalgas y lograr excitarme. Claro que lo logró, de hecho me pare un minuto fuera de mi departamento para retomar el color, tranquilo y sobrio, entre a mi departamento, mi mujer estaba arreglándose, me quede con una cara de sorpresa pues no sabía qué fecha era y tal vez había olvidado algo. Afortunadamente no fue nada de eso, una de sus amigas de la cuadra nos invitó a cenar a su casa porque desde hace tiempo se prometieron esa cena y no se había dado el tiempo.
Pues solo entre a cambiarme el saco por un suéter, y prácticamente desde la puerta nos fuimos a esa cena, llegamos a las ocho más o menos, la amiga de mi esposa no es alguien muy atractiva, pero honestamente es muy agradable para conversar. Ella vive sola con sus hijos y cenamos solo con los más pequeños pues los grandes ya tiene otras cosas que hacer.
Desde el inicio, luisa, la amiga de mi esposa, nos sirvió unos tequilas, cenamos y después de descansar la comida, entre los tres nos terminamos una botella. Ya estaban dando las once de la noche, mi esposa tomo muy rápido y ya estaba un tanto ebria.
Nos despedimos y nos fuimos a casa, desde la puerta, Kenia entro al edificio con un vestidito negro, luciendo sus enormes piernas y haciéndome imaginarla de manera morbosa, mi esposa no la miro bien pues su estado y mi hijo la distrajeron un momento. Llegamos al departamento y mi esposa se desplomo en la cama, acosté a mi hijo y fui a lavarme los dientes, al terminar, mi esposa estaba completamente noqueada.
Apague las luces y abrí mi puerta con cuidado, subí al departamento de arriba, toque la puerta y con discreción Kenia abrió la puerta.
-Bienvenido señor, sabía que si podría darse el tiempo. –Me dijo mientras me besaba y caminaba a su cuarto. Llegamos a su puerta y me sorprendí al ver a un chico sentado en la cama.
-No me vallas a decir que te asusta, él es un amigo mío, y ya le he hablado de ti y del como cogimos la otra vez con la vecina de arriba, pero no me cree. Tonto ¿Verdad?
El chico tendría a lo micho 17 años, alto, flaco y pálido, con una botella de cerveza en la mano me saludo, Kenia se sentó en sus piernas mientras me ofrecía de su cerveza, me jalo y me beso mientras sus manos me acariciaban por debajo de la playera.
Se puso de pie, el chico y yo la besábamos en el cuello, mis manos la desnudaron quitando su top, las del chico bajaron su mayon con todo y tanga, ella se quitó todo quedando de rodillas totalmente lista para saborear nuestras vergas.
Ambos desabrochamos nuestros pantalones y en sincronía sacamos nuestras vergas para que “la niña” las chupara con ganas y calentura, note que al ver mi pene, el amigo de Kenia se intimido un poco, pero al sentir la saliva de nuestra putita él se dejó llevar, el chico siguió sentado en la cama y yo coloque a Kenia de perrita, abrí sus nalgas grandes y les di fuertes palmadas, chupe un poco su vagina, que ya estaba muy mojada, mordí su ano y de un movimiento le clave toda mi verga. La niña gimió rico, sentí su elevado calor, me moví dentro de ella con fuerza cogiéndola rápido chocando fuerte sus nalgas.
La niña gritaba como puta y el chico se calentó mucho al verla disfrutar, nalgadas y más choques en sus muslos hicieron que Kenia gimiera con desesperación, al ver la escena, el chico se vino en la boca de Kenny, al sentir su semen caliente ella no aguanto más y se vino delicioso en mi verga, la deje incorporarse mientras que ella me chupaba rico la verga aun con gotas de leche en la cara.
Nos fuimos a un sillón y nuevamente me paro el culo como perrita, la clave duro jalando su cabello y nalgueándola violento, tanto que sus nalgas terminaron rojas, ella gritaba y me decía que no parara, que le gustaba, que la tenía muy caliente.
-¿te gusta putita? ¿Así te gusta mi perrita caliente? Te gusta cómo te cojo ¿Verdad?
-Sí, así amelo, cógeme fuerte, cógeme rico, que contigo siento a un hombre, me gusta que me hagas tu puta, que me hagas venir rico, los mocosos no me hacen lo que tu papi.
Mire hacia el chico y me ensañe cogiéndola a máxima velocidad y fuerza, Kenia gritaba y me decía que no aguantaba, metí mi dedo en su ano y ella convulsionó en un orgasmo interminable, jadeaba y sollozaba sin parar, me moví mas rápido y me vine sobre su culo.
Nos quedamos inmóviles por un momento en esa posición, ella se puso de rodillas y me limpio la verga completamente con su boca, me sonreía y lamia suavemente mis huevos.
-¿Ya viste? Así me gusta que me cojan, así que quiero que te esfuerces. –Le dijo al chico.
Me termine mi cerveza y la deje desnuda con el chico, pues a él se le había parado otra vez y la noche era para ellos solos. Entre a mi departamento y me acosté suavemente en mi cama, mi esposa comenzó a acariciarme, recordando lo anterior se me vino una fuerte erección, sobre nosotros también se escuchaba ruidos, probablemente de Kenia y el chico, le hice el amor a mi esposa tan rico que me quede dormido.
-Buenos días señor,
-Buenos días Kenia.
-¿tendrá un cargador que me preste?
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