Sublime entrega

Sus miradas hablaban, confesando ese amor que sentían. Diciéndose en silencio sus secretos. Desafiando el deseo de la entrega amorosa y perfecta.

Él, la tomó de las manos y sintió su temblor, mezcla de miedo, deseo natural y complejos sentimientos. La besó tiernamente, tratando de acallar las dudas de su alma y la guió hasta la alcoba.

Besó sus cabellos, la frente, luego las mejillas encendidas ya, cual fuego prematuro. Sus tibios y suaves labios dibujaban su rostro, suavemente. Cerró con leve movimiento la puerta; iniciaba el ritual amoroso. En silente armonía desnudaba su cuerpo, sintiendo al roce de sus labios, un estremecimiento, pausado, cadencioso.

Sobre el espacio infinito y blanco de su lecho se reclinaron ambos. Sus senos como copos de nieve, pero cálidos y apetecibles envolvieron su aliento. ¿cómo no respirar su aroma fresco y puro? y bajaron sus labios por su pecho, sus manos moldeaban su cintura, sus caderas redondas, como quien amasa el barro para formar una diosa en la tierra.

Ella, gemía estremecida por sensaciones nuevas, se abrazaba a él, presintiendo la entrega. Él besó su capullo con sus labios de seda, separando sus pétalos delicados y suaves.

Cabalgaron sus cuerpos, cual corceles salvajes, sobre la suave hierba de su infinito lecho, perfumado de estrellas.

Derramaron sus sales y bebieron sus mieles. Orgasmos recurrentes, gemidos sin querellas, fueron languideciendo en abrazo fundido y sellaron su amor en la sublime entrega.