CORTO RELATOS DE MI VIDA: LA SEÑORA GREGG: El trauma del mayordomo. Parte Final.
Por el solitario.
Enviado el 03/02/2017, clasificado en Adultos / eróticos
8356 visitas
Hoy desperté tarde, no era para menos después de la maratónica jornada sexual que tuve, me vi aun vestida con el camisón negro que no dejaba nada a la imaginación, podía verme mi panocha bien podada, mis nalgas enormes, metí mis pechos dentro del camisón y Salí del cuarto descalza, baje las gradas y llegue al comedor, el señor GREGG estaba comiendo, me vio y me dijo buenos días, yo le conteste buenos días señor, dormiste bien preguntó, yo conteste, si señor muy bien, el viejo dijo quieres acompañarme, le conteste que sí, llamo la sirvienta y ordeno que se me pasara el desayuno, mientras comía el viejo me veía parte de las areolas de los pezones, entonces dijo: que bien te luce ese camisón, te ves hermosa, pero no crees que dejas ver demasiado?, tomé una manzana que había en un frutero, le di una mordida, mastique, trague y dije: no hay nada que usted no haya visto antes, entonces el viejo dijo, pero y tu hijo? , Y yo contesté, aún no conoce la malicia y el morbo de nosotros, a tiempo bajo Migue y entró al comedor, preguntó si podía ir a jugar, el viejo le dijo: te gustan los rompecabezas, contestó que sí, entonces el viejo le pidió al mayordomo que trajera uno grande, y presto, lo trajo en un santiamén, Migue lo abrió y lo regó en el suelo, entonces lo regañé y dije: no, aquí no llévatelo y ve a jugar al jardín, pero el viejo bonachón dijo, no, no hay necesidad, puedes jugar aquí, a mí no me gustó mucho la idea pero le deje estar, estaba por terminar de comer la manzana y de pronto el viejo dijo, veo que están deliciosas las manzanas, te molestaría alcanzarme una?, claro que no contesté, me levanté de la silla y caminé hacia el frutero, el camisón solo me tapaba hasta la mitad de las nalgas y se podía ver mí enorme trasero blanco, el viejo observaba y se lamia los labios, tomé una manzana, caminé hasta la silla de ruedas y se la alcance, pero el viejo dijo, no, aun no, primero quiero que la frotes en tus pechos, lo vi, tome la manzana, me saque los pechos del camisón y froté la manzana entre los dos, después se la volví a alcanzar, pero el viejo volvió a decir no, aun no, ahora acércate a mí, me acerque a la silla de ruedas y el viejo paso su brazo por detrás de mí y me jaló hacia él, no opuse resistencia, entonces el viejo empezó a chuparme las tetas, el viejo se sentía en el paraíso chupándome los pezones, los chupaba y mordía y eso hacía que yo hiciera gestos de dolor pero a la vez de gozo, ese viejo sabia mamar teta, después dijo: mastúrbate, y metí mis dedos en mí concha mientras el viejo seguía mamándome las tetas, estaba tan caliente que gemía, pero muy bajito, como no queriendo que mi hijo escuchara, el viejo no dejaba de morder mis tetas, al fin trabe los ojos y acabé, allí de pie junto a aquel viejo, mis jugos empezaron a escurrirme por las piernas, aquello realmente me había excitado, fue tanto el éxtasis, que deje un charquito de líquido en el piso, la concha me goteaba de líquido, entonces el viejo dijo, bien ahora ponle un poco de tus jugos a mi manzana, metí la manzana entre mis piernas y la embarré de líquido vaginal, la sobé por toda mi concha, ya bañada en jugos le di la manzana al viejo cerdo, este la tomo y empezó a comerla como si fuera un majar de oriente, el viejo masticaba y tragaba la fruta, lamia la manzana y se chupaba los dedos, cuando ya la fruta quedo sin más líquido, dijo: acércate, así que obedecí, tomo un pequeño pedazo de manzana y me lo frotó en la concha, la embarró en mis jugos nuevamente y terminó de comérsela, tomé una servilleta de la mesa y me limpié la panocha, después le pregunté al viejo, y su esposa, por qué, no bajo?, el viejo contestó, quedo indispuesta después de ayer, sonreí y dije: que pena, dígale que le mando mis saludos, el viejo contesto, claro, se lo diré. Le dije a Migue: sabes, qué bonito día por que no vamos a montar a caballo, quieres, él emocionado contestó, si, si, vamos mama, llamé a la sirvienta y le dije: quiero montar a caballo dile a alguien que prepare dos caballos, la sirvienta obedeció, al rato los dos caballos estaban listos para ir a dar una vuelta, el mayordomo toco a la puerta del cuarto y abrí, ahora lo vi ya sin el temor que me causaba aquel hombre, él dijo: los caballos están listos, bien ahora bajamos contesté, bajamos y habían tres caballos, le pregunté para quien era el tercero, el hombre dijo es para mí, dijo: el señor dijo que usted no puede ir sola con el niño por la propiedad ya que se podrían perder, me sentí protegida y le di gracias por acompañarnos. Nos subimos a los caballos y empezamos el viaje, fuimos despacio y el hombre nos llevó a recorrer toda la propiedad, aquello era inmenso, hasta caída de agua natural tenia, nos adentramos cada vez más y más hasta llegar a las colindancias de la finca, dimos vuelta y le dije: estoy cansada descansemos un poco, me bajé del caballo y empecé a caminar con las riendas en la mano, el hombre y Migue hicieron lo mismo, de pronto empezó a llover, la lluvia era demasiado fuerte y el hombre dijo: vamos a los graneros, subimos a los caballos y los hicimos correr, al fin llegamos a los graneros, eran como cabañas gigantes, el hombre abrió la puerta de uno y dijo entren, entramos y solo había montones de paja apiladas por todas partes, estábamos estilando agua, el hombre dijo: quítense la ropa o van a resfriarse, tomo un tonel cortado a la mitad que estaba allí y le metió paja y papel, les prendió fuego y nos acercamos a calentarnos, Migue y yo nos quedamos en ropa interior, el hombre solo se quitó la camisa, su cuerpo era como el de un atleta, estaba bien definido, nada de grasa, yo no deje pasar por alto aquello, lo miraba como si él fuese una gran barra de chocolate, quería comérmelo allí mismo, después de calentarnos un poco y al ver que la lluvia no disminuía, el hombre dijo, quédense aquí yo voy a meter los caballos al otro granero, para mientras recuéstense en ese montón de paja que hay allí, yo no me tardo, al escuchar eso dije: si quiere puedo ayudarle, el hombre dijo, no, yo solo puedo, pero insistí y le dije: no crea que porque soy mujer soy débil, el hombre rio y dijo, no es por eso, lo que pasa es que no quiero que se ensucie, además sigue lloviendo y usted no trae ropa, no importa dije un poco de agua no me hará mal, el hombre al ver mi insistencia accedió, quédate aquí y no te muevas le dije a Migue, ya venimos (CONTINUARA)...
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales