Una vez mas, quiero que seas mia...

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Era una mañana fría, de esas que calan los huesos con el soplo de aquella neblina característica de ese lugar apartado a orillas de la ciudad, desde hace unos días había tenido esa necesidad de verte, ya han pasado muchos días sin que tu cuerpo sea mío y extraño el calor que tú tienes, extraño tus manos desatadas recorriendo mi cuerpo y mis labios me estaban reclamando dejar mi marca empapando de mi saliva toda tu piel.

“Bienvenidos” leo en el letrero de ese hotel donde tú me estas esperando, veo en el estacionamiento tu auto y veo que acudiste puntual a nuestra cita, desde que percibo tu aroma junto a tu carro, me llega un estruendo que cimbra todo mi ambiente, infiero que no tiene mucho que llegaste pues tu aroma me lleva a la puerta del elevador y camino hacia el con paso tranquilo, tu esencia está en el aire y soy egoísta por no dejar que nadie más lo consuma.

Se cierran las puertas y me llega un nervio conocido, ese nervio que me da el estar contigo, me siento un poco infantil, pues a pesar de mis años y mi experiencia, tu logras intimidarme un poco en momentos previos a tocarte, tus años de más y tu cuerpo perfecto me dan ansias a la vez que u escalofrió recorre mi columna, mis manos sudan y entre más estoy consciente de que estaré cogiendo contigo mi pene tiembla poniéndose erecto al momento que mis rodillas intimidadas comienzan a perder un poco de fuerza.

Mis ansias no se calman, mis manos siguen sudando y mi corazón está palpitando como necio, no puedo seguir esperando, tengo tiempo sin verte y me aflige no ser lo que recuerdas de mí, si seré lo suficiente esta vez para hacerte disfrutar, no quiero que estos nervios me hagan arruinarlo, el elevador se abre y saco de mi bolsillo el teléfono con tu mensaje indicándome el número de la habitación. Es aquella con grandes ventanas donde la ciudad se ve increíble, me tomo un respiro y seco mis manos antes de entrar a ese cuarto donde nuestros cuerpos se reconocerán desnudos y se entregaran al placer inmenso de lo prohibido.

Toco la puerta y mi corazón se quiere salir de mi pecho al escuchar tus tacones acercándose a la puerta, la perilla gira y se abre la puerta dejándome ver que aquello que recordaba es superado inmensamente por la realidad.

Unos tacones negros ultra finos de ZARA son lo primero que ven mis ojos seguido de unas medias negras que transparentan tu piel clara hasta arriba de tus pequeñas rodillas, sin ligas, pero con encaje grueso, por dios que sensualidad, tus piernas torneadas y exquisitas terminan en la caída de una falda negra súper diminuta, un cinturón negro ancho da paso a tu abdomen claro y suave, tu ombligo tus costados, tu piel, me estas excitando mucho y aún falta ver ese top negro con botones haciendo un escote increíble con tus senos grandes y suaves, tus pezones se notan a través de la tela, tu cuello delicado y pequeño de donde brota esa fragancia tan tuya, tu pelo rizado se desploma majestuoso y oculta tus orejas pero no tus ojos claros, por fin me enfrento a tu mirada intimidante y con un sonrisa me tranquilizas, eres tan hermosa que no puedo crees que eres mi amante.

Una rosa sale de mi mano y tus ojos brillan jalándome del cuello para besar mi boca, con ese particular sabor de tu saliva, mis manos no pueden resistirse y te aprietan en la pared cerrando la puerta y recorriendo tu cuerpo sin vergüenza ni reservas. Tu respiración y la mía están agitándose, tus manos me acarician la espalda y yo recorro tus piernas y termino apretando tus nalgas hermosas y grandes, las abro y toco la comisura entre tu sexo y tu ano, sabes que eso me encanta y me dejas hacerlo, tus manos van a mi pantalón y con astucia lo desprendes del cinturón, abre mi pantalón y sacas de mi ropa interior mi pene caliente y lleno de vigor, lo acaricias y solo estiro mi cuello mirando al techo gimiendo de placer.

-No sabes cuánto te extrañe David, ya te deseaba, necesitaba de tus caricias. –Me dices mientras yo solo dejo que tus manos me hagan lo que quieras.

Me llevas a la cama y me sientas en la orilla poniéndote de rodillas frente a mí, me quitas el pantalón y tus manos están en la base de mi verga dejando la punta lista para recibir tus labios, me chupas rico la verga y cada vez más rápido y fuerte, tu respiración se agita y te pones calientísima con mi verga entre tu garganta.

-Cuanto extrañaba a mi putita mamadora. –Te digo mientras me miras sonriente.

-Y yo extrañaba mamártela mi amor.

Te pones de pie y me recuestas sobre la cama, no me quitas la camisa solamente haces a un lado el puente de tu tanga, puente que por cierto esta mojadísimo por los fluidos que salen de tu vagina, te montas sobre mí y con la tanga en un lado, comienzas a introducirte mi verga en tu caliente y babeante sexo.

Siento tu calor y tus fluidos me recorren hasta mis testículos, tu movimiento me hace ponerme más duro, liberas tus pechos solo por encima de tu sostén abriendo tu top, me encanta como te mueves y ver tus tetas me lleva a un punto sin regreso.

-Cógeme putita mía, mi putita adorada, cógeme que ya necesitaba de tu sexo.

-Cuanto deseaba tenerte dentro de mi David, moría por tenerte conmigo una vez más.

Tus nalgas chocan feroces sobre mis muslos, no hay otra cosa en la que pueda pensar, no hay nada más que tú y yo en ese momento cogiéndonos y haciéndonos sentir ese placer de lo clandestino.

Mi puta y yo, Tu carbón y tú, como quiera que lo veas este momento solo depende de nuestros movimientos, de nuestros rasguños, de nuestras mordidas, de nuestras nalgadas, de nuestros sexos chocando rudos y mojados haciéndonos llegar al punto más alto.

Te mueves más rápido y tu calor está en aumento, aprietas tus tetas y gimes como perra sin freno haciéndome excitar más aun de lo que ya estoy.

-Me voy a venir amor. Eres un carbón, me hiciste venir tan rico. –Me dices mientras te desplomas y me besas con pasión desbordada.

-Me encantas mi putita deliciosa, eres increíble amor. –Te digo susurrando mientras tu respiración se recupera y tu orgasmo recorre mis muslos terminando en las sabanas.

Te colocas en cuatro y abres tus nalgas dejándome ver tu culo, con uno de tus dedos abres paso en tu ano y me das la pauta para que yo sea el que penetre ferozmente haciéndote gritar como puta, cosa que me encanta.

Apenas llevamos media hora y aún tenemos tiempo para terminar nuestro delicioso encuentro.

Como me encanta cogerte…

 


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