LA FUERZA DE LOS FALSOS ÍDOLOS

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Un día cualquiera del año 2.016 fuí a Lérida capital, donde mi familia tiene una finca de árboles

frutales, y allí me visitó un vecino de mediana edad llamado Sebastián, cuyos padres habían

trabajado desde siempre en el campo; y aunque él todavía conservaba un rudo

comportamiento, en la actualidad era un empresario de una gran tienda de electrodomésticos

el cual estaba preocupado porque su negocio hacía unos meses que iba mal.

- Estoy harto de pagar  la Seguridad Social a mis empleados, que me cuesta un dineral - me

dijo muy serio-. Eso de la Democracia, eso de los Derechos Humanos, y de la Solidaridad es

un cachondeo. Sobre todo si hay que atender a la chusma de emigrantes que vienen aquí a

comerse nuestro pan. ¡Y encima no protestes porque los políticos de izquierdas te llaman

racista! Lo que aquí nos conviene es un caudillo que sea fuerte, que se deje de puñetas y

reconduzca la situación.

- No digas disparates - repliqué yo-. ¿Quieres acaso que venga un loco intolerante que

elimine al que no esté de acuerdo con su ideología totalitaria?

- ¿Y qué si se elimina a gente? Aquí sobramos muchos, y al fin y al cabo yo seguiría con mi

vida. Además quién quiera vivir bien que se espabile, y que se pague un buen seguro médico

porque en realidad todo es un negocio, y yo no tengo porque ser un buen samaritano de nadie

que ya tengo bastante con lo mío - añadió egoístamente.

Mi vecino Sebastián no era más que una gota de agua de un inmenso oceano social, de una

rústica emotividad, de un cerril talante que está avivado por una grave crisis económica. Para

este colectivo la concepción del diálogo, de la negociación con los que son diferentes a él; o la

lógica de contemplar al factor humano en sí mismo, son poco menos que músicas celestiales.

Para este tipo de personas lo más importante en el mundo, aunque sea a nivel inconsciente

es el dinero que a su vez es sinónimo de respetabilidad; aunque su dignidad termina hasta

el último céntimo que tengan en el bolsillo.

Es una soberana mentira, un falso tópico lo que dicen muchos políticos para ganar votos, así

como algunos periodistas para caer bien al respetable como que el pueblo llano es  muy

"sabio" porque hay una inmensa mayoría de individuos como mi vecino Sebastián, que aún

habiendo ido a la Escuela rechazan leer cualquier artículo de opinión en el periódico ya que

según ellos esto son bobadas de señoritos. Éstos son por tanto lo que se llamaba antes unos

nuevos ricos que hacen ostentación de una ignorancia ilustrada, y aplauden sin reservas las

actitudes contundentes de gente que se vanagloría de poner encima de la mesa sus bemoles

para imponer su criterio sobre el de los demás. Es decir apoyan a los brutos, quienes también

para bastantes mujeres - todo hay que decirlo-, llevadas por la admiración que sienten hacia

el héroe o a un cantante del Rock, a un torero, son unos "machotes"; un ejemplo a seguir.

Y es precisamente esta visceral manera de ser la que ha dado soporte a la gobernabilidad del

inefable Donald Trump.

Así que este histriónico personaje no es la causa del problema en sí mismo, sino el efecto

de este rancio estado de ánimo social, que a su vez dicho sujeto es fruto del nefasto sistema

neoliberal que es el responsable de las crisis económicas que hemos padecido estos años, y

somete a los ciudadanos a un exacerbado consumismo; así como ha dado lugar a los paraísos

fiscales; y persigue implantar la privatización de los servicios públicos. Todo en aras de su

agresiva "libertad" por lo que mantiene a raya al Estado para que no se entrometa en sus

oscuras maniobras económicas y que pretenda fomentar la Justicia Social.

Poniendo en práctica esta tendencia se deja en la cuneta a los más vulnerables. Quien no

tenga un alto poder adquisitivo es un perdedor, y está condenado a la soledad más abyecta

como ya ha ocurrido en muchos países occidentales. El brillante dios monetario es el sujeto, y

el ser humano es el objeto.

 En consecuencia, muchas personas intelectuales, o sensatas - incluso yo mismo-, tenemos la

convicción que la Democracia se ha confundido con un "cajón de sastre" en el que bajo el

supuesto de una laxa y falsa libertad de expresión se cuelan tendencias indeseables, y

pensamos que a este mismo sistema democrático  por un lado le hacen falta unos

mecanismos, o unas normas que sirvan para defender sus valores no dejando entrar en el

juego a los falsos ídolos que con la fuerza de su debilidad anímica se hagan los dueños de la

situación, y por el otro lado es conveniente potenciar en los centros docentes una cultura

humanista como las Artes, la Literatura en todas sus facetas,  la Ética, y la Filosofía que

aunque no se esté de acuerdo con algunas de sus teorías siempre enseña a razonar.

Pues en un difícil periodo tanto económico como social de la Historia del siglo XX bastante

parecido al nuestro, surgió Hitler en unas Elecciones Generales, y ya sabemos lo que pasó.

 

 

 


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