Las Nuevas Hazañas de Augusto Libron Detective Literario

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Son las 12:37 en mi viejo reloj y justo ahora, en este preciso instante en el que estoy a punto de darle una colosal mordida al Shawarme con triple carné (pollo, cerdo y res) decorado con varios tipos de salsa que he mandado a preparar en el carrito ambulante del viejo sirio Mohamed que se encuentra cerca de mi oficina. Un joven torpe se ha interpuesto de manera estrepitosa entre mi almuerzo y yo. Veo con angustia hambruna como mi comida aterriza en la alcantarilla, yendo a parar al fondo. Es el fin de mi comida. Levanto la mirada y el chico trata de ponerse de pie, con sagacidad veo hacía el otro lado y noto que un hombre de aspecto grotesco lo persigue pero, al verme se pierde en la multitud. Agarró al chico por la parte atrás del cuello de la franela. 

—¿A donde crees que vas? Me debes un delicioso almuerzo condenado muchacho.

—¡Suelteme! Que me suelte le digo. 

—¡Epa! Toro, detente ya. Vas a venir conmigo. —En ese instante pude observar el aspecto sucio del muchacho, sus ropas estaban hecho harapos. Además tenía sangre en la rodillas por unos rapones, imagino producto de la caída. Sujetaba con fuerza una bolsa de tela. Su rostro se veía asustado.

—¡Calma, tranquilizate de una vez! —Le ayudó a pararse y nos dirigimos a la agencia detectivesca, al parecer ya no almorzare hoy ni la pobre Mixhit tampoco. Al entrar a la agencia con el muchacho, Mi peculiar secretaria está hojeando una de esas revistas de modas, aunque no se para qué, si ella todo lo que se hace parece gótico con leve toques de colores, sobre todo en el cabello. Le pido un trapo para limpiar los rapones de aquel chico. Mientras le pregunto:

—¿Qué pasó allá afuera? Para tu información, arruinaste lo que iba ser una excelente comida. —él sigue sin querer hablar, trató de  quitarle la bolsa y expone: 

—No necesito tu ayuda. Me largo de aquí. 

—Espera, puedo ayudarle. Mi nombre es Augusto Libron, detective literario, el mejor de Ciudad Letraria —le tiendo la mano y concluyo —estoy seguro que sea lo que sea que te pasa, lo podemos resolver... juntos. 

En eso mi entrometida secretaria murmura entre los dientes —¡Aquí vamos de nuevo! Otro caso sin paga...

—¿Qué es lo que dices? —le pregunto aunque ya he escuchado.

—Nada jefe ¿Qué si necesita algo más? 

Volviendo al chico, creo que ya me he ganado su confianza. Empieza a hablar un poco dudoso aún, para acelerar la investigación le pregunto: 

 —Primero que nada ¿Qué traes en esa bolsa con tanto recelo? Y cuidado con mentir. 

 —Nada importante es mi ropa.

—No te creo. —expresó con insistencia. Trató de quitarle el bolso, y él muy bellaco lo hala con fuerza hasta que finalmente se lo arrebató de las manos. Me dirijo al escritorio de Mihxit y saco de la bolsa un gran libro con unos grabados al relieve, observó que lleva una cubierta de piel estoy casi seguro que es de serpiente con las iniciales C.L.U en la tapas y en el grueso lomo de libro. Sin lugar a dudas es un libro de lo que yo denominó libros M.I. C (misteriosamente irresistibles y complicados) pues, siempre me llevan por rumbos peligrosos y sin cobrar ni un bolívar partido por la mitad pero, no cabe duda que me dejan un sabor de triunfo irresistible.

Sin embargo, volviendo al asunto del cual todavía no sé nada y mucho menos cómo este chico tiene algo tan valioso. Me vuelvo a él para proceder con el interrogatorio. 

—Ahora si carajito del demonio. Quiero saber todo y digo todo sin que omitas nada —miró su rostro fijamente tratando de intimidarlo.

Él aparta la mirada, sus ojos marrones tienen algo que no se si es miedo o soberbia, después de unos segundos, cruza los brazos y dice:

—Mi nombre es Oliver Gatonegro. Soy aprendiz del C. L. U, para que lo comprendas mejor son las siglas del Congregación de Leyendas Urbanas Literarias. Encargados de cuidar, preservar y ocultar de la vista de ignorantes todo lo concerniente a el lado oscuro del mundo literario. —aún sigo sin entender un carrizo pero estoy convencido que conocía sobre eso.

—¿Que se supone que hacen en realidad y para qué?  ¿Que protegen y cómo caramba tú obtuviste ese libro? 

—Mi mentor y los otros protectores fueron asesinados junto a sus aprendices. Antes de poder salir, me oculte y escondí lo mejor que pude todos los ejemplares que teníamos a nuestro cargo, sólo pude agarrar el que mi mentor tenía y salí. Pero me persiguió un destractor y fue cuando tropecé con usted.

—dirás que me atropellaste como ganado desbocado. 

—Ahora que lo pienso, saliste de la nada. ¿Cómo llegaste? —pregunté intrigado.

—Somos magos o mejor dicho, podemos  absorber los poderes impresos en los libros para el beneficio de poder protegerlos mejor. 

—¡Ya veo! ¡Ya veo! Interesante ¿No lo crees así Mixhit? —ella sigue observando el libro, intentó abrirlo pero Oliver la sorprendió diciendo: 

—No te atrevas a abrirlo. Ninguno de ustedes tienen la autoridad de revisar semejante tesoro de la humanidad. 

—¡Vaya! Que joven tan extraño. Ni que se fuera a destruir la literatura. —expresa incrédula de lo dicho por Oliver.

—Bueno, ya está bien de tanta perorata. Al grano. ¿Cómo podemos ayudar? ¿Y como podrías pagarme por mis servicios? 

 

Continuará. . .


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