NO ERES TÚ
Ríes y te tocas el pelo para poder meterlo detrás de la oreja. Abres bien la boca para no mancharte al comer o beber ese vino tan suave. Estás sentada en esa silla tan incómoda como si fuera el mejor de los muebles. Miras todo con atención para no perderte detalle de nada.
Otras miradas las evitas para no enrojecer tus mejillas. Te levantas al baño varias veces para poder recomponer tu calma interior y seguir disimulando. Sonríes, pero falsamente intentando pasar desapercibida en la mesa que te incomoda. Suspiras repetidas veces sin darte cuenta para descargar la tensión en tu vientre.
Te habla, lo miras y te mueres de ganas. Te ofrece una copa de vino y al cogerla te roza con un dedo y allí se rompe todo disimulo posible. Tiemblas por dentro, te muerdes los labios para no gemir y una bofetada de realidad te hace volver a tu mundo.
Él no es tuyo. Su mujer está sentada a su lado, no eres tú.
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