MANTENERSE EN PIE 2
Por franciscomiralles
Enviado el 16/02/2017, clasificado en Cuentos
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- Por eso tu tienes que pensar que eres un quien con tu propio equipaje personal, y no un qué
supeditada a un sistema que ya hace aguas como un barco a la deriva. Sí, porque hasta ahora
sólo hemos echo más caso de la salud física, que la mental - Pablo hizo una pausa y prosiguió
con su proverbial sonrisa-. Mira, cuando llegues a tu casa mírate en el espejo del cuarto de
baño y repite de vez en cuando: "Buenos días. Me gustas. Eres mi mejor amiga". Ya verás que
cuando cojas el hábito creerás más en tu fondo interior.
Rosa siguió aquella recomendación periódicamente y en efecto, poco a poco iba adquiriendo
más seguridad en sí misma. No obstante en la medida que transcurrían los días la mujer
ansiaba el trato con el aventurero Pablo ya que cuando lo veía se sentía más protegida porque
éste se había preocupado por ella. A veces, a la salida del trabajo habían ido a tomar una copa
en algún bar, o incluso en alguna ocasión habían ido al cine puesto que en realidad ellos no
tenían ningún compromiso con nadie. Y como era de esperar Rosa empezó a enamorarse de
Pablo, de igual forma como una paciente se encandila de su psicólogo.
Hasta que una noche a la salida del Camp Nou Pablo la invitó a su casa, y de súbito a la chica
le temblaron las piernas, porque pensó que aquel sujeto quería acostarse con ella. Cierto que
Pablo la había ayudado a remontarse anímicamente, pero eso no le daba derecho a cobrarse
aquel favor. ¿Qué se había creído el tío ese? Si se daba el caso ella ya se cuidaría de pararle
los pies, ¡Vaya si lo haría! Al final todos los hombres iban a lo mismo. Les das una mano y
te toman el brazo - pensaba enfurruñada.
Sin embargo cuando estuvieron en el apartamento de aquel Indiana Jones de estar por casa,
tras tomar una cerveza, Rosa no se vio capaz de resistirse a la simpatía, a los requerimientos
de aquel hombre, e hicieron el amor sin resservas en el sofá que había en el comedor. Pues a
aquella relación amistosa le faltaba el contacto físico para cerciorarse de si sintonizaban a
fondo o no.
Mas el encuentro fue tan positivo puesto que se dieron cuenta que sensitivamente se
entendían a la perfección que posteriormente éste evolucionó en una anticonvencional relación
de pareja en el sentido que como ellos no dejaban de ser hijos de su tiempo histórico de
transición en el que nadie sabía cómo sería el mañana, decidieron respetarse su independencia
personal viviendo cada uno en sus respectivos hogares, y viéndose cuando lo creían oportuno
porque querían evitar por encima de todo el dominar el uno en la vida del otro, o el chantaje
emocional que a veces sin poderlo remediar pudiera surgir entre los dos, que según ellos esta
mala costumbre era consecuencia de un modelo de vida obsoleto. ¿O acaso no se fiaban del
todo de sus emociones y lo encubrían con una teoría progresista de dimensión social? Tal vez.
La cuestión era que este medioverse, acrecentaba más la llama del amor que les envolvía.
En el entretanto, Pablo entró a trabajar de guía turístico en la empresa de un viejo amigo en
su ciudad, mientras que Rosa que tenía una innata predisposición para atender a sus
semejantes hizo un cursillo de cuidadora de personas ancianas o enfermas que se hallaran
casi solas en su domicilio y entró a trabajar en dicho ramo, por lo que su autoestima se
acrecentó más.
Y así de esta manera Rosa consiguió más o menos mantenerse en pie.
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