Los fantasmas

Hace muchos años atras y hasta el dia hoy he llevado a cuestas los espíritus y los demonios que por alguna razón intentaron dañar a aquellos que he llegado a apreciar a lo largo de mi vida. Los arrastro con pesadas cadenas atadas a mi espalda y unidas a mi propia alma. Se mantienen conmigo porque asi se los ordeno, a cambio permito que se alimenten de lo bueno que hay en mi, asi no pueden regresar y perturbar a las personas de quienes los desprendí pues las personas no deben ser dañadas por aquello que ya no pertenece a este mundo.

Es por esa razón que suelo enfermar con tanta frecuencia, el por que siempre estoy tan cansado y duermo tanto cada vez que puedo, por que mis ojos no reflejan expresion alguna y la razon por la que me cuesta tanto crear lazos con las personas. Es gracias a esto que suelo estar tan distraído en ocasiones y a veces parece que no presto atención a lo que me dicen. No quiero parecer grosero con nadie pero esos fantasmas suelen hablar mucho, todo el día y al mismo tiempo, ¡claro! no entiendo ni una palabra de lo que dicen ya que a los vivos no se les permite entender el lenguaje de los seres de otro plano, asi que lo único que se logra escuchar de ellos son lamentos, no son espectrales ni atemorizantes pero son molestos ya que me distraen de lo importante; poder escuchar a quienes valen la pena.

He logrado soportar esta carga, ese fue el trato que acepte de Dios para proteger a los que son importantes para mi, protegerlos de lo único que por desgracia no todos pueden ver o entender.

Y es así que aún con mi especial habilidad para alejar a los poltergeist que rodean a las personas que significan algo en mi vida, no puedo deshacerme de los fantasmas de tu pasado ya que es una pena con la que has decidido cargar. Es por eso que todos mis intentos por estar cerca de ti valen absolutamente nada.