Salí lo mas rápido que pude de allí, como alma que lleva el diablo...demonios, ¿Alguien podía explicarme que había ocurrido?
Llamé a mi padre por teléfono, no quería seguir allí...estaba tan nerviosa que marqué el número mal varias veces.
Esperé nerviosamente un cuarto de hora y ahí estaba al fin papá.
Monté en el coche rápidamente, y mi padre aceleró ansiosamente, demasiado ansiosamente diría yo...
Qué extraño, no me había preguntado nada, ni por qué me había ido así de rápido de clase, ni por qué estaba llorando, nada, absolutamente nada...
-Hoy ha sido un día de locos...-. Le dije a mi padre para intentar romper el hielo.
Pero nada, ni se inmutó. Me giré para mirarle a la cara y un momento... ¿Mi padre llevaba gafas de sol? Estábamos en pleno otoño, y mi padre nunca había usado gafas en mis diecisiete años.
-Papá, si estás enfadado lo comprendo, pero tengo una buena excusa para no ir a clase créeme...-. Nada, seguía tan tranquilo...
Intenté volver a hablar con él al parar en un semáforo, pero rápidamente se giró y me dijo:
-Silencio absoluto es lo que deseo-. ¿Pero qué demonios?.¿Desde cuando hablaba así mi padre?
En fin, bastantes cosas extrañas estaban ocurriendo últimamente como para pensar aún en mas...
Llegué a casa y me fui corriendo a encerrarme en mi habitación, sola, sin nadie, no quería ver a nadie, ni saber nada de nadie, nada...
Por la noche bajé a hacerme un bocadillo para cenar, y mi padre estaba de pie, junto al ventanal del salón, con las gafas de sol, recto, mirando a la nada.
Me acerqué a él y le llamé, pero no se inmutó, asi que decidí acercarme a tocarle el hombro.
Me fui acercando lentamente, con cautela, y le puse la mano en el hombro.
-¿Papá?-. Noté que estaba temblando y se puso a llorar, diciéndome: - Lo siento cariño lo siento, por qué tenía que suceder esto, por qué...-. Se quedó quieto, y de repente se cayó al suelo, empezando a convulsionar como si le estuviese dando una epilepsia o algo por el estilo, y me puse a llorar de los nervios, sujetándole los hombros.
-Papá por favor dime que te está ocurriendo, por favor que es lo que pasa, ¡Qué diablos es lo que le ocurre a todo el mundo! -. Paró de temblar y se quedó inmóvil, boca arriba, hasta que volvió a mirarme mientras se sentaba y me dijo: "Silencio absoluto es lo que deseo".
Y se levantó. No podía más, esto ya fue la gota que colmó el vaso, y le agarré firmemente de un brazo mientras intentaba marcharse.
-¡Pues siento decepcionarte pero hoy no voy a darte silencio papá! ¡Llevas así todo el día y con esas estúpidas gafas! ¡Quítatelas!-. Empecé a forcejear con él para intentar quitarle las gafas, hasta que en un momento se le cayeron. Se tapó los ojos con las manos.
-¡Papá que demonios haces! ¡Destápate!-. Y le tiré de las manos...
-Dios mío...oh dios...¡Dios mío!-. Incoscientemente empecé a dar marcha atrás sobre mi misma, mientras mi padre empezaba a acercarse.
-No te me acerques, no me toques, no te me acerques papá...-. Dios mío, mi padre no tenía ojos, eran dos agujeros negros, tenía miedo, quería huir...
Empecé a correr hacia la puerta, pero mi padre me cogió fuertemente de un brazo y me lanzó furiosamente contra la pared. Empecé a llorar más fuerte, y a duras penas logré subir la escalera y me encerré en mi habitación.
Mi padre estaba golpeando como un loco la puerta, al tiempo que yo recogía lo imprescindible en una mochilita y me vestía.
Abrí la ventana de mi cuarto y me lanzé al árbol que tenía al lado de la ventana, por el que muchas noches salía, bajé hasta el jardín que estaba junto a la entrada de mi casa y corrí, corrí como nunca antes había corrido,lejos, presa del miedo, en shock por lo que había sucedido, por todo lo que estaba sucediendo, en fin , ya no sabía que estaba sucediendo, yo ya no sabía nada...
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