Era, atraído al caos, mal admitido
Que encaminaba flemático el paso
Y con el que el alma dominaba
Y con maldades al borde colmaba
De serenas fantasías, al fantasma fugitivo
Del marchito sueño eterno arrancado;
De cierto imperecedero, sin motivo,
Mi ánimo, humillado, aplastado, marchito
Con una mentira de la mujer primera
Con sorna, cautiva en oídos de magna,
En esquirlas mis alas, emancipase mi ánimo
Con involuntaria huida de divino agrado,
Y mi fe, en declive, tornarse en agravio,
Al mal justo de sabor amargo,
Para el gusto, deste que, ultra
Entregarle con calmas voces, obediencia
De su ira temerosa, de su enojo esquiva lato
Al ánimo, en suspenso contemplá acerbo
La obra, corrupta de tosigo con gozo
Desde, entera, y hasta las raíces corrupto
Por su carácter asumirle pérfida,
Y de dudoso legitimo velada,
Derrota dello en sus sienes los vapores
Que al sueño del iluso le son esenciales
Para teñir las verdades, en corazones
Y en mentes, y pasarlas por realidades,
Que expelen a la voluntad confundida
¡Más confusión estrena!
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