Estoy sentado en mi habitación, con la jeringuilla en mis manos. Me miro al espejo y un desconocido veo ante mí. Su pálida piel antes era colorida tez. Sus ojos miran cansados su reflejo, cuando antaño despedían energía. Aún brillan, pero ahora lo hacen por tristeza. Su rostro estaba arrugado, destrozado por el tiempo, mientras que antes la juventud era su principal facción. Contemplo al desconocido del espejo unos instantes y bajo la mirada, cansado. Esperando el fin, aprieto la aguja entre mis dedos, sentado en mi habitación. Espero morir pronto, espero no morir nunca. No sé lo que quiero, pues no sé que soy, como estoy, ni a donde voy. Estoy perdido, sentado en la cama, viendo pasar el tiempo ante mis ojos. El sol sube y baja tras la cortina de la ventana pero no me atrevo a comprobarlo. Pues estoy acabado. Y aquí estoy, esperando mi final.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales