Denunciar relato
Le llevaba vigilando hace meses, salía de la biblioteca, descansaba media hora en una cafetería y volvía a la biblioteca. Tal vez tendría memorizados todos los libros existentes, pero las cosas habían llegado demasiado lejos. Me acerqué a él, en la cafetería, le miré a los ojos, el azul de sus ojos le conocía perfectamente, incluso mejor que él. No le dejé hablar, le inyecte el virus, en milesimas de segundo el virus se expandió por todo su ser, dejandole inutilizable. Una maquina, por muy humana que parezca, jamás podrá ser un buén bibliotecario.
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