Miércoles 27 de Febrero 2017
Hoy no tenía buen día. Tenía esos picos que no me dejaban vivir. De repente estaba súper nerviosa, y al poco rato me tranquilizaba, cuando una mano cogía la mía y me la acariciaba. Esa mano era la de mi hija, que llegó cuando yo estaba recostada en el sillón, en el salón “de la tranquilidad” como lo llamaba, para mí era “la soledad”…………
No paraba de decirle a mi hija que le había fallado, que si, en su día, hubiera sido más fuerte, ahora no estaríamos en esta situación y podríamos compartir más momentos juntas y no solamente el tiempo limitado que nos daban las horas de visita de las monjas……….
Ella, intentaba tranquilizarme pero era dificilísimo. No podía. Mis pesadillas nocturnas me carcomían durante el día. Me quedaba pensando sin pensar. Solo quería dormir, no porque estuviera cansada físicamente, estaba agotada de vivir, de luchar por lo imposible……
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