UNA MIRADA AL CONTROVERTIDO AMOR ROMÁNTICO 1
Por franciscomiralles
Enviado el 02/03/2017, clasificado en Reflexiones
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A mediados de los años 80 un amigo mío visitó un centro de psicología que se hallaba en las
Ramblas de mi ciudad, y me instó a que fuera a verlo para que le diera mi opinión.
Así pues que me dispuse a ir a dicho sitio y enseguida me encontré en un piso de un viejo
inmueble en el que había un grupo de personas compuesto por mujeres y hombres bastante
jóvenes formando un semicírculo en torno a una moderadora.
- Imaginaos que vais de viaje en un barco con una pareja del sexo opuesto; éste naufraga
pero vosotros os salvais y llegais con una barca a una isla desierta y tropical. ¿Qué haríais? -
les propuso la moderadora bajo el influjo de la película "EL VERANO AZUL".
La mayoría de los que estaban allí llevados por un sentido idealista de la situación dijeron: "Yo
me dedicaría a bañarme en el mar, a comer, y a beber, y ha hacer el amor con mi pareja".
En cambio algún que otro dijo que como no le gustaba el mar, se iría de la isla corriendo.
La cuestión era que tanto los que eran amantes de aquel rincón paradisiaco al que le
conferían un tamiz idealista, romántico como a los que no se identificaban con él, pensaban
actuar sin atender para nada ni en su capacidad de adaptación al lugar para poder sobrevivir,
ni en lo que éste les pudiera deparar.
- Los que piensan pasárselo en grande bailando, comiendo, etc, una vez que se haya
desvanecido la novedad, y os hayáis cansado de los festejos ¿Qué haréis? - expuse yo- . Lo
más problable es que al cabo de pocos días el paisaje de la isla a pesar de su hermosura os
abrume, no la podáis soportar por la sencilla razón de que estáis educados en la ciudad. Y
por otra parte a los que no les gusta el mar ¿cómo os marcharéis de la isla? ¿A nado? - dije
con sorna.
Entonces yo pensé que esta postura irreflexiva de aquellos sujetos respecto a la idílica isla,
en base a la idea romántica o no que se tenía de la misma, en la que iba implícita la sensación
de placer, o de displacer era completamente inconsistente porque se apartaba de lo que la
circunstancia en sí pudiese significar.
Y en muchas ocasiones, esta actitud etérea del mundo también se puede aplicar al sentimiento
amoroso.
Dando por sentado que dicho sentimiento tiene diversos niveles que van desde el afecto
a los familiares, a la estima altruista a la Humanidad y que se sintetiza en la solidaridad hacia
el prójimo, el que suele preocupar más al indivíduo es el amor romántico.
Como es sabido, desde un punto de vista científico, cuando un sujeto se enamora de alguien
sufre una revolución neuronal que afecta al lado derecho del cerebro que es donde se ubican
las emociones dando lugar a una alteración de las sustancias químicas que hay en el mismo, y
que de un modo simbólico y popular se expresa diciendo que el dios Cupido le ha lanzado
la flecha del amor. Seguidamente el sujeto embargado por este arrebato que en realidad está
motivado por el impulso sexual, pierde el mundo de vista porque lo único que le importa es
estar al lado de la persona amada. Por tanto a ésta le adjudica todas las virtudes; y la
sublimina en grado sumo.
Mas este anhelo se acentúa dolorosamente cuando el ser amado está fuera de nuestro
alcance, o se nos resiste. En virtud de lo cual se diría que ir en busca del amor es también
una forma de huir de la soledad inrterior. Pues la mancha blanca se distingue en un fondo
negro.
Por supuesto que que este sentimiento se enmarca en nuestra cultura greco-latina. Platón
hablaba a sus discípulos de la belleza física como un reflejo de las virtudes del alma del ser
amado, que a su vez eran una emanación del mundo ideal, del cielo, y de los dioses.
Posteriormente en la Edad Media, el amor como lo conocemos hoy en día no se daba. Pues la
gente era mucho más prosaica, y la mayoría de las uniones matrimoniales se hacían con el
objeto de engrandecer el patrimonio agrario y familiar, sobre todo a través de la procreación
de los hijos. Sin embargo, el Arte de la Iglesia adaptado al neoplatonismo inspiró a los
trovadores provenzales para que fueran introduciendo poco a poco con sus poemas a este
ideal amoroso proyectado a las mujeres de alto linaje.
Ya en el Renacimiento este mismo ideal platónico siguió su curso a través de los poetas
místicos y románticos como el italiano Petrarca, o el nuestro Fray Luiís de León y otros el
cual también buscaba el ideal celestial en el que habían las consabidas divinidades antes
paganas pero ahora reconvertidas a la Cristiandad, precisamente para compensarse de las
malas vivencias de este ingrato mundo. Con lo cual también se produjo un conflicto teológico;
una duda existencial. ¿Cómo podía ser que un magnánimo y justo dios creador hubiese hecho
este mundo tan injusto y tan cruel? La causa no se correspondía con su efecto.
Mas en el siglo XVlll surgió el Romanticismo que se oponía al frío racionalismo que también
era una herencia del platonismo el cual sobrevaloraba a las leyendas, a la imaginación, y a
los nacionalismos.
Para mí el error consiste en que a este Romanticismo a priori, al depender de la emoción
humana se le ha dado un sentido rígido y dogmático que prescinde del YO real. Se enfatiza
demasiado esta idea romántica de las cosas, del entorno que poco tiene que ver con la
realidad y se deja de lado la reflexión; cuando de hecho desde un punto de vista "clínico" la
reflexión y la emoción son inseparables.
Se usa la razón para la vida práctica, para una mecánica laboral, pero a pie de calle se vive
de corazonadas, cuando muchas veces la intuición, o este conocimiento sensible, siendo un
factor humano como es falla, y es cuando viene el batacazo, o la desilusión.
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