Amores que no se olvidarán jamás
Por Elia Burdey
Enviado el 05/03/2017, clasificado en Drama
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Atalanta a sus ochenta años esperaba la muerte placidamente en aquel hospital con vistas al mar, su enfermedad estaba a punto de llevarsela al otro barrio. Pero esa no era su preocación, ahora se lamentaba de no haber arriesgado más, haber luchado más, de una forma encarnizada, sobre todo por su amor, Delvinto. Ahora se imaginaba que hubiera estado bién contratar un detective para encontrarle; que vida tenía, si tenía familía, donde vivía, que le enseñara fotos y ya por ultimo ella disfrazarse bién para verle de cerca. Se conformaba con verle, verle de cerca, como habría cambiado, ese era su mayor deseo ahora que estaba a las puertas de la muerte. Ella imaginaba todo eso mientras los medicos y enfermeras pasaban por su habitación y ella apenas les hacía caso. Una noche el señor de la habitación de alado llamaba a una tal Petra, seguramente tendría alguna enfermedad degenerativa, su acompañante trataba de calmarle: -¡ Luego viene papá!. Al día siguiente escucho a los medicos que su vecino se llamaba Delvinto, que casualidad se dijo, y mientras todos desayunaban en sus habitaciones ella se asomó a ver a su vecino, vio a un chico joven dandole de desayunar su leche con galletas, ella llamo a la puerta y pregunto :-¿Delvinto?. Ell chico le saludó, la preguntò si su padre la había dejado dormir, que le tendría que perdonar porque era viudo y él ya no recordaba la mitad de su vida. Ella escuchaba, se tocaba el cordon de la bata, lo miraba asombrada, pués quién le hablaba era la replica más exacta de sú queridisimo Delvinto, tal y como lo recordaba.
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