Un movimiento brusco del autobús hizo que me despertara sobresaltado ;
llovia a cantaros; el agua corria por la ventanilla y casi no me dejaba ver el paisaje para tener alguna idea
a que altura de la ruta estábamos ;Conozco el camino muy bien ,cada paraje ,cada montaña ,hasta cada grupo de árboles ;
desde pequeño he recorrido este camino que conduce a un pequeño pueblito entre dos ciudades .
donde las montañas comienzan a pasar de ser suaves colinas amarillentas ,a ir tomando mayor altura y con formas un tanto mas
escarpadas y a medida que avanzan hacia el oeste van creciendo y se van fundiendo lentamente con la imponente cordillera
allí en el interior de un bosque de álamos, carolinos y arabias está EL SOSNEADO;un caserío de no más de treinta edificaciones rústicas
separadas por pequeños baldíos o corrales de cabras ; sobre la ruta están el puesto policial ,la escuelita y la sala de primeros
auxilios y hacia el norte subiendo por una calle de tierra un almacén de ramos generales ,donde se pueden comprar alimentos ,forraje para los animales, tomarte una ginebra mientras juegas al billar y en las noches sentarte en la puerta para ver pasar a las pocas mujercitas
"en edad de merecer" (como dicen las viejas) .
siguiendo hacia arriba con algo de esfuerzo la calle describe una curva y una hilera de grandes árboles la divide en dos carriles;
donde terminan los árboles está la casa de mis tíos donde iba de pequeño ,allí me olvidaba del mundo difícil donde vivía
una familia destruida por el alcohol ; noches sin dormir, mujeres golpeadas ,miedo, hambre ; allá nunca se miraba el cielo ,tal vez en ese tiempo
no había cielo .
pero en el sosneado si que había cielo ,a las siete de la tarde se apagaba el generador eléctrico y solo las velas alumbraban las casas
afuera las estrellas parecían estar tan cerca y eran tantas que podías saltar y tocar algunas , si que lo intentaba ,si que había cielo .
caminar hasta el almacén con un farol en la mano hera mágico ,sentir el ruido del agua de los arroyos cercanos , las ranas ,los grillos ;todo
hera como un cuento ,como haber retrocedido en el tiempo.
Ahí están las arabias a la orilla de la ruta y el destacamento policial ; el autobús se ha detenido ,me acomodo la campera y respiro profundo
preparándome para enfrentar el camino bajo la lluvia; comienzo a caminar por la tierra mojada ,me invade el olor del campo ,
ya no me importa mojarme , enfrento la gran calle con una sonrisa ,me paro frente al almacén , vuelvo a inspirar y emprendo la última subida hacia la curva con un paso apurado ,quiero llegar.
Ha dejado de llover cuando encuentro los carolinos que dividen la calle, ya llego , cruzo el puente y una mujer robusta de
largas faldas y un gran delantal está sacando unos panes del horno de barro ,reconozco a mi tía mas allá, hay un chiquillo flaco que no sé quien es , me parece conocerlo pero aunque me esfuerzo no lo ubico,
me acerco abrazo a mi tía el chiquillo me mira y me habla con una voz aflautada ,
entonces me quedo parado como para entender .
quiero abrazarlo y desde la casa se escucha la voz de mi tia que dice _ JORGITO , A COMER -me doy vuelta para contestar
y el chiquillo contesta antes y sale corriendo hacia el interior .
Un movimiento brusco del autobús hizo que me despertara sobresaltado ,
quiero cerrar los ojos y quedarme en ese patio hasta que llegue la noche.
Ahí si que había cielo.
JORGE LOYOLA
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