RELATOS EN EL VIENTO
1953. LA NIÑA DE LUTO
Lola, después de la muerte de su padre se va a Ronda a servir como niñera en una casa acomodada. Con ello podrá alimentarse y quitar una boca de su casa.
-Toma abuelo, mi hato. La abuela me ha puesto el otro vestido limpio, el peine para el pelo, una pastilla de jabón y dos bragas nuevas.
-¡Qué cosas tiene tu abuela! Hasta el hato te lo ha puesto con una tela negra- gruñía cogiéndolo por el nudo y acomodándolo en un cerón del burro.
Yo también pienso que mi abuela se ha pasado con el luto. El mismo día que murió papá, hizo en el corral una gran candela y puso en lo alto de la estrebe un cubo metálico lleno de agua. Cogió una pastilla negra como un grillo y la lio en un trocito de tela. Me dijo que eso era una muñequilla pero yo no le vi el parecido con mi muñeca y se rio de mí cuando le pregunté que dónde tenía los ojos y la boca. Cogió la muñequilla con las tenazas y la movía dentro del agua hirviendo y al final se quedó solo un trapito negro que sacó y lanzó a las ascuas. Yo me quedé muda cuando cogió el vestido de mamá, los pantalones y la chaqueta del abuelo, la camisa de mi hermano y mi vestido blanco para meterlos en el cubo con lo negra que estaba el agua. El único que se salvó fue el Chico porque el abuelo le dijo que a un niño con un año no se le vestía de negro porque a él no le daba la gana. Yo nunca había visto a mi abuelo decirle eso a mi abuela, yo creo que era porque le tenía un poco de miedo a sus regañetas y por eso casi siempre se callaba delante de ella, pero a mí me contaba sus cosas. Tampoco entró en el cubo ninguna prenda de mi abuela porque no hacía falta, ella estaba siempre vestida de negro. Yo le pregunté una vez y me dijo que era por el luto de su tío Paco, pero su tío murió antes de que yo naciera y ya he cumplido los diez años. Cuando estaba pintando nuestra ropa de negro le volví a preguntar y me dijo que era por el luto de su primo Rafael y cuando me vio alterada preguntándole que si por un tío o un primo llevaba más de diez años de luto... ¿Cuántos tenía que estar yo por papá? No es que no quisiera ponérmelo pero el negro no me gusta es un color… amargo. Me tranquilizó diciéndome que por un padre eran solo cinco años.
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