EL DÍA EN QUE ME LIÉ CON "NICOLE KIDMAN" 2
Por franciscomiralles
Enviado el 14/03/2017, clasificado en Amor / Románticos
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Estuvimos saliendo una temporada, y como ella hacía poco tiempo que residía en la Ciudad
Condal, puesto que venía de un rincón de Castilla la Nueva, y si yo la había conocido en aquel
sofisticado Club había sido porque una íntima amiga suya la había llevado allí para conocer
de cerca a Pedro Almodovar, yo me ofrecí en hacerle de cicerón para que conociese los sitios
más emblemáticos de mi lugar de origen.
En el entretanto como nos atraímos enormemente, íbamos a un PUB en el que apenas había
gente, y nos besábamos en la boca con una pasión desmedida, a la vez que nos acariciábamos
con frenesí nuestros respectivos genitales. Y observándola con más detenimiento me fijé en
que Rosa no era exactamente igual que Nicole Kidman, puesto que la actriz tiene unos ojos
azules y la mujer que tenía al lado los tenía marrones; pero no importaba porque ella me
subyugaba en grado sumo.
Al fin, como aquellos encuentros nos subía sin cesar la temperatura sensual, yo la llevé a mi
casa de veraneo que está cerca del mar, y le ponía discos de música romántica de Julio
Iglesias.
Seguidamente Rosa que llevaba un vestido rojo se lo quitaba de una forma provocativa
dejando al descubierto su ropa interior de color negro en un mórbido y bien formado cuerpo
con lo que a mí se me acentuaba mi instinto fetichista, y una vez que nos tumbábamos en el
sofá de la sala de estar fornicábamos alegremente.
Así pues que yo por aquel entonces vivía como envuelto en una nube, y cualquier incidente
que se producía a mi alrededor se me antojaba carente de interés. A decir verdad yo no
estaba seguro de si la amaba incondicionalmente, o simplemente la deseaba; o ambas cosas a
la vez. Lo que sí tenía claro era que el amor, el sexo se nutren de la imaginación, y de la
cultura en la que uno se desenvuelve, cuyo fundamento sin ninguna duda tiene que ver con el
lengüaje. Y en mi caso dicha cultura tenía sus raíces en la magia del cine.
Sin embargo, por otra parte Rosa, aquella doble de Nicole Kidman, me aburría soberanamente
porque apenas hablaba; no sabía o no quería opinar sobre ningún tema, y daba la impresión
de que ella se escondía una carta bajo la manga.
Y así era.
Un buen día sentados junto a una mesita de aquel PUB Rosa dejó caer que en su casa familiar
vivía en un infierno. Resultaba que su hermano que trabajaba en un Banco, había sufrido una
angina de pecho, y tiranizaba a toda la familia con su enfermedad con un infundando
sentimiento de culpa. Si la parentela en cuestión no se avenía a sus requerimientos, a él
le vendría un infarto al corazón; podría morir y ella viviría para siempre con un insalvable
remordimiento.
Por tanto Rosa se quería casar con quien fuese sin tener en cuenta la personalidad de su
posible pareja, para que la sacase de aquel ruín ambiente, ya que ella no tenía ni recursos
económicos, ni iniciativa para cambiar de vida.
Y como a mí no me gustó aquel planteamiento tan interesado; aquel ir en busca
indiscrinadamente de un hombre que le solucionase el problema, la relación no llegó a más.
Y es que hay una diferencia abismal de los sueños que nos vende el cine, y lo que es la
realidad de la calle.
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