MARIQUITAS A LAS INDIAS
Por Manuel Olivera Gómez
Enviado el 23/03/2017, clasificado en Cuentos
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MARIQUITAS A LAS INDIAS
La historia se olvidó de ellas. Porque entonces no eran nada. Porque ocupaban el peldaño más bajo en la escalera social de una España recién unificada. Pero existieron. Y embarcaron también en aquella osada expedición a las Indias, tras ser reclutadas en las pestilentes calles de Palos, Huelva y Moguer. Entre prostitutas y mariquitas llegaron a la docena. Fueron repartidas en las tres carabelas, con la importante misión de entretener a los navegantes en las largas y misteriosas noches de travesía por mares aun desconocidos.
No llegaron nunca. Mucho antes de que Rodrigo de Triana lanzara su grito de ¡Tierra!, ya habían sido tiradas una a una por la borda de los buques, podridas de sífilis o reventadas por tanto sexo sodomita que practicaron con ellas.
Pero una sí sobrevivió. La más joven. La más hermosa. La reservada por el Almirante. Colón desembarcó con ella en las costas de Cuba.
Cuando encontraron al primer grupo de indios, el cacique de la tribu les entregó oro. Pero a cambio, quiso quedarse con aquella extraña mujer que los acompañaba. Al ver el llanto y la súplica de su joven amante, el Almirante dudó. Sin embargo, aceptó el intercambio.
Esa noche, los conquistadores regresaron a dormir en sus naves. A la mañana siguiente, no pudieron pisar tierra. Fueron recibidos por una lluvia de flechas y gritos de rebeldía.
Desde los botes, miraron con el catalejo hacia la costa. Horrorizados, descubrieron sobre una roca a la joven prostituta. Estaba desnuda, y empalada por el recto. Sangraba aun después de muerta. Le habían cortado además sus genitales de hombre.
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