Lisardo era el más anciano del pueblo, ya no quedaban muchos más habitantes. Le contaba a su nieto que cuando era niño le mandaban ir a la fuente del bosque a por agua fresca, decía que a su paso veía culebras aparecer a lo largo del camino. El las ignoraba, le habían dicho que si no las molestas te dejan en paz. Solían cruzar el camino, o asomarse entre la maleza, eran de color maron, pero un día vió una alado de la fuente que tenía los colores del arcoiris, estaba enrroscada, quieta, parecía dormida, era preciosa, única, mágica. El nieto le miraba receloso, pensando si le estaría contando mentiras. Todos los días iva a la fuente, y la mayoría de ellos vió a la culebra arcoiris, en movimiento o dormida, seguramente viviría cerca. Pero un día a un vecino le mordió una vívora en la fuente, despuès el pueblo entero se movilizó para matar a todo ser que se arrastrase de camino a la fuente. Lisardo sintió pena, habían acabado con culebras, vivoras, lagartos, lagartijas y todo lo que pillaron. Ya no veía ninguna culebra cuando volvía a la fuente. A la arcoiris tampoco. Un día le mandaron ir de noche a la fuente y cerca de la fuente alumbró el suelo y vió salir de entre las piedras la arcoiris, la cogió y la metió al botijo. Llegó a casa y la soltó en su pequeño jardín, nunca más la vió ,peró él se imaginaba que en alguna parte de su jardín viviría feliz.
Un día el nieto de Lisardo fué al museo de su ciudad, había muchos animales disecados o recreados. Pero lo que más le llamó la atención era la historía de una culebra de colores que tenían espuesta. Mascota del dueño del museo , que le motivó para hacer el museo. Resulta que un día estaba de paseo y vió en un jardín a la culebra arcoiris, enroscada tomando el sol, le llamó tanto la atenciòn que la cogió para conservarla y que vieran todos ese fenómeno de la naturaleza.
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