HISTORIA DE UN ESCRITOR 2
Por franciscomiralles
Enviado el 01/04/2017, clasificado en Cuentos
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Sin embargo casi nadie le comprendía.
"Daniel no es un hombre práctico" - comentaban unos.
"Daniel siempre ha sido un bicho raro" - decían otros.
"Con eso de la Literatura no se gana dinero, a no ser que se sea muy famoso y salgas por la
televisión"- le vaticinaban los más listillos del barrio.
"Escribir es llorar" - le sentenciaba su mujer.
O bien cuando Daniel les explicó a sus hermanos lo maravilloso que era escribir porque la
Literatura además de permitir trabajar el Lengüaje que es el mayor tesoro que posee el ser
humano al igual que las demás Artes también le enriquecían a uno espiritualmente, ellos le
contestaban con sorna:
"Ah, o sea que tú para escribir te evades de todo, y dejas que te inspiren las musas".
Y era inútil replicarles que eso de las musas es un tópico falso; que en realidad lo que gravita
en la cabeza de un autor es una idea que luego se la tiene que trabajar, darle forma como
un escultor hace con el mármol o el barro una figura, un monumento, y que después de mucha
práctica tal vez surja una obra aceptable.
"Bueno, así te enretienes - le respondían sus hermanos con laconismo- Así matas el tiempo".
Entonces Daniel se enfadaba por la estupidez del comentario y decía que leer o escribir no
era lo mismo que hacer un solitario con una baraja de cartas, o un crucigrama.
"¡ Quién dice eso es porque es un ignorante que no ha leído nada en su vida - protestaba él-
Pues años atrás cuando se le preguntaba a álguien si le gustaba leer y éste respondía que sí,
pero que no tenía tiempo, era una forma elegante de evadir la cuestión porque daba
vergüenza parecer un analfabeto; sin embargo ahora domina la desfachatez, y se rién de uno
si dice que ama a la Literatura".
El matrimonio de Daniel Hernández naufragó. Del mismo modo como tampoco funcionaron sus
posteriores parejas femeninas. Ellas buscaban una adhesión incondicional por parte de aquel
sujeto, pero se encontraron con que éste se había comprometido con el mundo de las Letras.
No obstante su solitaria actitud; su autosuficiencia cultural de la que se desprendía un acento
heterodoxo que es donde más se manifiesta el movimiento de la vida, invitaba a quien le
conociese a que se implicara con el rincón más noble de su ser si quería realizarse como
persona, y que se apartara de cualquier tópico o espejismo convencional que le pudise
enmarañar.
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