El fin justifica los medios... (El debut de Alejandrina)

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Sentado desnudo en un sillón muy cómodo, a lado de una mujer de 47 años, la cual estaba totalmente desnuda luciendo un cuerpo de cintura pequeña, con unas tetas grandes que ya no peleaban ante la gravedad, un culo grande que apoyado de algunas cirugías aún se conservaba firme. Nos chocábamos una copa de vino delicioso, sonrientes y relajados contemplábamos un espectáculo en vivo muy excitante.

Frente a nosotros, el cuerpo de diosa de una chica que apenas había llegado a la mayoría de edad era presa de las garras voraces de un degenerado hombre maduro, así como de las dulces y delicadas caricias de un hombre joven con un cuerpo fresco.

Luego de un preludio de manoseos y salvajes mordidas en el cuerpo de la niña, la derrumbaron en la cama, con los pechos expuestos, su boca era la cueva donde la verga larga de Braulio entraba llenándose de su saliva, entre sus piernas abiertas, la boca del otro chico succionaba con delicadeza su clítoris, mordía la comisura de su ano y lo chupaba. Melanie se apretaba los pechos pellizcando sus pezones erectos.

La pequeña nueva puta gemía ahogándose en saliva, por momentos sentía el reflejo de querer vomitar al sentir el largo pene en su garganta pero jamás dejaba de acariciarse las tetas y golpear sus nalgas en la cama producto de los escalofríos que el moreno le provocaba con esa lengua prodigiosa.

Amalia alzo el brazo al mesero y este corrió atento con una erección notable hasta donde estábamos, Amalia le dio su copa de vino y él le sirvió hasta llenarla. –Úngela. –Le dijo con mirada lujuriosa.

El mesero fue hasta la cama y rego sobre sus senos y abdomen el contenido de la copa. –Beban –ordeno. –Y no dejen que una sola gota llegue a la cama.

Como perros los hombres se fueron voraces a lamer cada rincón de piel cubierto de vino, la niña se retorcía y hacia que la tarea se volviera más difícil pero pese a esto, el vino jamás toco la cama.  Amalia reía a carcajadas mirando a los hombres enloquecidos por cumplir su orden, yo solo miraba la escena y el inmenso brillo de su vagina.

Amalia se percató de mi intromisión en su sexo y se mordió los labios mirándome fijamente. El mesero regreso y ella le arrebato la copa, la deslizo entre sus muslos hasta quedar en la parte baja de su vagina, con las yemas de los dedos golpeo su clítoris y pronto de su sexo escurrían gotas de líquido exquisito. Yo me excite mucho al ver esto y Amalia dio una orden con voz viva.

-Quiero que penetren a la niña. –Dijo ella palmeando más fuerte su pelvis.

Sin titubear Braulio jalo a la niña acomodando su culo en la orilla de la cama, escupió una vez en su ano y le pidió al chico que abriera sus nalgas. De un movimiento fue penetrando a Melanie, ella grito abrazando la colcha, gimiendo tan fuerte que Amalia sintió correr un espasmo entre sus muslos, las palmadas seguían cayendo en su depilada vagina, y la copa estaba a punto de reventar con la presión de sus muslos.

Me encontraba masturbando mi verga ya caliente pero Amalia me dio una fuerte palmada en las manos.

-No te toques, que quiero ser yo quien lo haga. –Me dijo entre espasmos.

Me quede tirado en el sillón con una erección dolorosa, mirando como los jugos de la anfitriona se quedaban en la copa llenando una décima parte, luego de sentir su ultimo espasmo, el mesero completo la copa con vino y Amalia me la ofreció. – ¿Me haces el honor? –Me dijo completamente excitada.

–Por supuesto. –Dije.

Mientras ella sentía un morbo descarado, mi boca consumía su orgasmo disuelto en vino, cuando mi copa se terminaba las manos de Amalia tomaban mi verga y la acomodaban para masturbarla, al fondo miraba a Melanie siendo penetrada fuertemente por su propio esposo, no sé en qué momento Braulio quito a la niña de la cama para tenerla de pie y penetrarla fuerte con lujo de rudeza extrema, el chico se puso de rodillas lamiendo el coño delicioso de Melanie, amortiguando por momentos el choque infernal de los muslos de Braulio en el culo de su víctima.

-Es suficiente querido, es momento en que ella sienta el cambio de carne. –Dijo Amalia masturbándome con maestría y rapidez. –Niña, colócate en el piso, como perra y, será ese hermoso hombre quien te hará gozar.

Melanie me miro a los ojos y sintió un estruendo mirándome por primera vez siendo masturbado por su anfitriona, la excitación se elevó en ella y en segundos estaba en cuatro ofreciéndole el culo al chico moreno, la gruesa verga fue entrando haciendo que la niña encontrara el pene de Braulio cubriendo su boca, ambos la envestían fuerte y eso me hizo excitar demasiado con las caricias exquisitas de la puta que me tocaba.

Amalia sabía que mi orgasmo estaba próximo, mirando como trataban a la niña, escuchándola gritar como puta y al sentir su mano deslizándose inmensamente rápido en mi verga no tuve otra opción que dejarme llevar. Con habilidad tomo mi copa y la coloco en la punta de mi verga, mi semen reventó dentro de ella y extasiado, eyacule completo dentro del cristal. El mesero vertió vino de igual manera y con un meneo suave ella bebió hasta la última gota.

Tan pronto termino el vino, corrió a la orilla de la cama, se sentó y abrió las piernas, el chico moreno retiro su verga del cuerpo fino de Melanie, y pidió a Braulio que también la dejase en paz.

-Mi amada Alejandrina, ven y chúpame, un nuevo orgasmo está a punto de llegar y quiero que tu boca me haga tocar el cielo.

Como una obediente perrita, Melanie camino hasta el sexo empapado de la señora y comenzó a lamer su vulva, Amalia tomo del cabello a la chiquilla y presiono su cara de una manera brusca, en ese momento con la mirada indico a Braulio y este, penetro a la pequeña de manera anal otra vez.

Esposa y esposo cogiendo a la misma puta, una escena exquisita, el chico moreno subió a la cama y la señora también masturbo su gruesa verga. Con movimientos rápidos, Amalia hizo terminar al hombre en sus tetas, con ver esta escena, Melanie llego al punto más alto de su placer, casi con sincronía se vinieron ambas hembras con cuerpos sudados y sonrojados. Por ultimo Braulio reventó su semen contra las tetas de su esposa.

 

Amalia levanto a la niña y le ofreció sus tetas para que la pequeña las limpiara, Melanie cerro los ojos y cumplió su encargo estoicamente.

El mesero lleno de vino nuestras copas, brindamos y me fui con Melanie a darnos una ducha, salimos de esa habitación dejando a Amalia con esos hombres y el mesero desnudos en la cama.

Llegamos a nuestro edificio caídas las nueve de la noche, despedí a la niña y entes de entrar a la casa, en mi teléfono entraba la llamada de Amalia.

-Hola, David. Prepara a la niña, el lunes la quiero solo para mí.

-Como lo órdenes. –Respondí.

Continuara…

 

 


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