Interpretando un sueño

UN SUEÑO

Llegó a mi puerta apesadumbrado. No era para menos. Cosas así no suceden todos los días. Me contó de su largo peregrinaje. En su búsqueda acudió a magos, brujos, colectiveros, psicólogos, chantas, domadores de hadas y vendedores de helado. Ninguna de las respuestas obtenidas lo había complacido. A decir verdad a mí tampoco me hubiesen complacido. Y ahora acudía a mí en busca de algo que ni él ni yo sabíamos que era. Lo hice pasar y le ofrecí un café. Le pedí que me contara de su inquietud. Hizo un largo silencio y comenzó a relatarme algo que no sabía definir, que se movía entre los extremos del sueño y la pesadilla. Me dijo también que no sabía su significado y que nadie se lo podía dar. En verdad se lo habían tratado de explicar, pero dicha explicación no le resultaba satisfactoria. Nos quedamos un momento en silencio, sin mirarnos. Luego de una corta reflexión, entendí. Empecé a repasar los detalles del sueño y a explicarle paso por paso y punto por punto su significado. Su rostro iba cambiando a medida que avanzaba la explicación. Finalmente le dije: - …y todo esto no es más que el sentido y el secreto del Universo, la razón de la vida.-. Esbozó un gesto entre la sonrisa y el asombro. Me agradeció y me pregunto cuánto me debía. Por supuesto que no le cobré. Lo acompañé a la puerta y nos despedimos. Cerré y me dispuse a tomarme un licor.