Caminamos por la orilla.
Vamos descalzos.
Conectamos en el frescor
del día, de la vida,
de nosotros mismos.
Pasamos
con la suficiente capacidad
hacia un mundo de sorpresas.
Son las de siempre,
pero nos parecen nuevas,
y llenas de verdad.
Nos sugerimos
una copa de aire que oxigena
y nos indica
el instante adecuado
con una destreza amorosa.
Nos hacemos sentir
y entendernos en el origen,
lo cual nos muestra el destino compartido.
Vamos por el lado de las luces,
que aquí subrayan
una incombustible primavera.
Nos regalamos una verdad
sin pretensiones, con humildad,
y somos en la creencia
que, sin duda, nos salva.
Caminamos por esas huellas
que saben e impulsan
hacia ese futuro
que es prometedor
desde la implicación más justa
y honrosamente perfecta
por suave y maravillosa.
Estamos en ese punto
que ni soñado sale tan excelente.
Es mi Tierra.
Juan Tomás Frutos.
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