NUEVAS ANDANZAS DEL ESCRITOR DANIEL HERNÁNDEZ

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Cuando el joven autor de libros llamado Julio Espinosa hubo terminado de hablar de su nueva

obra sobre la humilde sociedad que a su juicio estaba oprimida por la soberbia élite capitalista,

sobre todo en del barrio periférico de la gran ciudad en el que vivía, en el tan  blanco como

aséptico Salón de Actos de la Biblioteca Municipal perteneciente a un pueblo que estaba junto

al mar y el público le ovacionó, se apercibió con asombro que allí había un sujeto alto, y medio

calvo que no tan sólo no le aplaudía sino que además lo miraba con una expresión de

disgusto. Pero lo curioso del caso es que a él aquel hombre le era familiar.

Hurgando en su memoria consiguió recordar que lo había conocido cuando era un niño en el

despacho de la fábrica de tejidos que estaba situada en su barrio donde trabajaba su madre

de operaria, cuando el chico empezaba a ser un contumaz lector de novelas de aventuras.

Una vez que todo el mundo se hubo ido, Julio se acercó a aquel hombre llamado Daniel

Hernández para saludarlo.

- Hola. ¿Qué tal estás? ¿Te acuerdas de mí? - le dijo Julio dándole la mano.

- Por supuesto que sí. Y conozco tu trayectoria literaria - respondió el aludido-. Yo también

escribo. Ahora mismo he terminado una novela policiaca que me ha dado mucho trabajo - le

confió Daniel con una sonrisa- ¿Qué tal está tu madre?

- Está algo mayor, pero está bien...

Ambos salieron a la calle, y se sentaron en la terraza de un bar a tomar una cerveza.

- Bueno. ¿Qué te ha parecido mi libro? - le preguntó Julio a su interlocutor con cierta reserva.

 

- Que es un panfleto de lucha de clases muy bien escrito.

- Ya veo que no te ha gustado.

- Pues no. Evidentemente tú puedes escribir sobre lo que quieras, pero si quieres que te

recuerden tienes que reflejar a los personajes por lo que son como seres humanos con sus

aciertos y contradicciones, y no si son buenos o malos en función de su situación económica.

Pienso que has utilizado a la sencilla gente de tu barrio para justificar tu ideología política. Y

esto es totalmente demagógico.

- Entiendo. Pero la injusticia social existe. Cada vez los ricos son más ricos, y los pobres más

pobres - se defendió Julio algo molesto.

- Sí. Es verdad. Y está bien señalarlo, denunciarlo. Pero hazlo con propiedad; desde tu YO más

genuino. No desde el viejo y resentido discurso de los dirigentes revolucionarios del

antisistema. Este discurso puede sonar bonito, pero es falso y utópico porque en primer lugar

desvirtúa, descontextualiza a la verdadera Literatura de todos los tiempos, que con todos los

fallos y errores que pueda tener es lo más vitalista que hay. Y en segundo lugar en base

a este reduccionismo que sólo contempla a la colectividad como si fuéramos hormigas, se

ignora la personalidad de cada cual. Por eso hoy en día es tan difícil que se sepa escuchar al

prójimo- Daniel hizo una pausa para beber un sorbo de cerveza y prosiguió-. Y mira, si tan

egoísta te parece esta sociedad, métete en una ONG y ve al Tercer Mundo a atender a los más

necesitados, y sigue protestando. Pero esto no será jamás buena literatura.

- Tú sí que eres un burgués - le rebatió Julio

- Bueno. ¿Y qué? Pero ten en cuenta que la autentica Literatura surge del Yo de carne y hueso

del autor, el cual hoy en día está secuestrado y disgregado en una moralina gregaria. Está

encorsetado por lo que es políticamente correcto, y por tanto es un crimen moral.

- Muy bien hombre. Dices que tú también escribes ¿no? - expresó Julio  con incomodidad  

puesto que Daniel le desinflaba su ego-. Y dime. ¿Has publiado algo - preguntó

insidiosamente.

- Yo publico mis propias obras, y las paso por INTERNET.

- Lo imaginaba. ¿Sabes que pienso de tu opinión? Que me tienes envidia. Sí. Cuando yo era

pequeño y te conocí me pareciste un tipo arrogante. Era como si te considerases superior a

mi madre y a mí. Y ahora que he triunfado con la Literatura, y hablan de mí en los periódicos

y salgo en programas de televisión, eso tú no lo puedes soportar.

- Vale. Soy un prepotente. Pero eso de salir en los medios de comunicación no quiere decir

nada. Los canales de televisión, así como los periódicos dependen de intereses políticos los

cuales manipulan al hombre de la calle. Tú tanto que hablas de la opresión que hacen los ricos

al pueblo llano parece mentira que no veas que todo se debe a una lucha por alcanzar el

Poder. De ahí viene vuestro resentimiento izquierdista - dijo Daniel con una sonrisa

sarcástica-. La Literatura se enmarca en una tradición estética del lenguaje que se llama

Humanidades, que se fija especialmente en nuestro Yo personal, en la psicología del indivíduo

la cual ha costado muchos siglos de Civilización para poder autoafirmarse como tal, ya que en

un principio este Yo estaba muy condicionado por los dioses de la Antigüedad. Si lees

LA ILLIADA de Homero quizás te des cuenta de lo que quiero decir. Y mira tú por

donde que ahora estos dioses del Olimpo han sido sustituidos por los partidos antisistema.

- Bueno, es tu opinión - dijo Julio frívolamente-. Por cierto ¿te has casado? - inquirió

cambiando de tema-.

- Lo estuve, pero ya no. Se ve que no soy apto para el matrimonio.

- No me extraña con lo orgulloso que tú eres.

- Claro que soy orgulloso. Y clasista también. ¡Y a mucha honra! porque las clases existen

chaval. Me refiero a las sutiles clases mentales que quieren conservar su razón de ser, porque

a las masas humanas no les importa demasiado la tradición literaria.

Y como no llegaban a ningún acuerdo puesto que eran como si fuesen dos seres de galaxias

distintas pagaron su consumición y cada uno se fue por su lado.

 

 


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