Johann

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Hace unos años yo era camarera de pisos, trabajaba en un hotel de la cadena Río en Benidorm. 

Me acababa de separar y fue el primer trabajo encontré, no era un trabajo idílico, pero tenía que subsistir. De la separación había logrado un apartamento, este estaba situado muy cerca del hotel así que para mí sola tenía suficiente. Me estaba costando relacionarme, mi ex me había anulado de tal manera que no podía mirar a la gente a los ojos, entablar una conversación normal. Mis, compañeros me llamaban la rara, ese apelativo no me molestaba ya que así era como yo me sentía.

Mis horas libres solía caminar, sin rumbo hasta que encontraba un? lugar que me transportara a lo mágico, ya que todo sea dicho, era y sigo siendo muy soñadora. Siempre llevaba un blog de notas y hay escribía todas mis ensoñaciones. A mi forma era feliz, estaba aprendiendo a vivir. 

Una mañana decidí ir a mi sitio preferido, me había levantado muy baja de moral, mis sueños me habían perturbado llevándome al pasado, el cual quería olvidar.

Cerré los ojos, respiré aire puro, inspiré y aspiré, intentando bañarme de oxigeno, oxigenar mi alma, empezar, avanzar sin miedo.

Detrás de mí sentí voces, hablaban en un perfecto alemán.–¿De verdad me has traído a mi lugar preferido?, descríbemelo, por favor.–dijo la voz de un hombre.

– ¡¿Para qué quieres que te lo describa?, ya te lo sabes de memoria, imbécil!. Ahora vengo, no estoy para gilipolleces.– seguían hablando en alemán y yo no había podido evitar escucharlos.

Miré discreta, detrás de mí tenía un chico en silla de ruedas, con mirada perdida. Sus facciones eran perfectas, su tes pálida, hacían realzar sus labios carnosos y rosados.

–Ya que te has atrevido a mirarme de esa manera, ¿me podrías describir este lugar?.

Me puse roja como un tomate, si era ciego, ¿cómo había podido darse cuenta que lo observaba?.

Empezé a describírselo, cerrando los ojos, había memorizado completamente el lugar – A la derecha tenemos unos acantilados muy bien delineados, parecen haber sido hechos? por un escultor con manos perfectas, según tú estado de ánimo, te hacen un dibujo, ahora mismo la piedra se está tiñendo de verde, dando paso a la tranquilidad, a la paciencia, al sosiego. Si miro hacia abajo me encuentro con el mar, un mar limpio y puro, que baña la arena blanca de la cala. Un mar tan celoso que la quiere? para él solo, dejando intransitable cualquier paso a la playa....

–Eres la única persona que me ha descrito la playa como yo la veía... Mágica... Muchas gracias. Me sigues mirando, ¿te doy pena?.

– ¿Por qué me ibas a dar pena?, si ves y sientes lo que otros nunca verán ni sentirán?.

Nos quedamos en silencio, hasta que una voz femenina nos sacó de nuestros mundos,–¡¿estarás contento?!,te he dejado con tus fantasmas, jajaja. Vamos para el hotel, desecho.– los vi marchar, ella tenía una ligera cojera que no dejaba de realzar su belleza, era guapa, elegante...

Me levanté temprano y me dirigí al trabajo. Pase por personal para que me orientara el trabajo del día. Me dijeron que me tocaba la suite 23. Pregunté por las demás camas y me dijeron que no, que mi servicio era esa sola habitación, ya que los huéspedes de dicha suite tenían mucha maquinaria, la cual había que limpiar minuciosamente. Me dieron la llave, dándome un serie de instrucciones y que pasara sin tocar ya que el señor estaba haciendo sus ejercicios matutinos y no le gustaba que lo molestaran.

Entré en silencio, vi que baño estaba abierto y desocupado, sería mi primera labor. Al salir me topé al señor de frente, bueno mejor dicho me daba la espalda, me quedé impresionada, era una máquina gigantesca, con un montón de tensores, que le hacían hacer una serie de ejercicios. Estaba en slip, su espalda era perfecta, ancha, fifrosa, cada músculo en aquel cuerpo era un homenaje a los dioses del Olimpo. Ensimismada y con la boca abierta me quedé hasta que una voz me llamó la atención, una voz que no era la primera vez que oía.– Hola, he notado que te gusta observar bastante y que no te cortas un pelo.–No me lo podía creer era el chico ciego que me había encontrado en la cala el día anterior, ¿cómo me había reconocido?.

– Te preguntaras ¿cómo se quién eres?, pues por tu olor a jazmín. Hueles a agua de jazmín, mi olor preferido. ¿Me harías un favor?.

Yo, seguía roja como un tomate, este hombre solo hacía levantarme los colores, –menos mal que no me ve,–pensé.–Lo que usted me pida, señor.

 – No me trates de señor, por favor?, me llamo Johann. Pues a lo que íbamos, asómate a la ventana y dime qué es lo que se ve desde ella, pero primero dime cómo te llamas, por que si es por mí te llamaría Jazmín.

– Me llamo Noelia.

Me acerque a la ventana, miré al exterior y lo que vi no era ni feo ni bonito, era lo típico de un hotel, una piscina con un montón de hamacas y sombrillas alrededor, entonces decidí que le hablaría de otro lugar, exactamente uno que había descubierto hace unas semanas....

Una voz me cortó, era otra vez aquella mujer. Hablaban en alemán, yo seguí haciendo mis quehaceres, sin dejar de prestar atención a todo lo que decían. Ellos pensarían que yo no los entendía, así que no se cortaban un pelo, sobre todo ella que todas sus palabras eran hirientes, lo despreciaba.

No podía entender como a un ser tan vulnerable le podían? tratar así. No conocía a Johann de nada, pero me transmitía paz, serenidad, hacía mucho tiempo que no me sentía así con nadie.

Todas las mañanas  llegaba al trabajo muy feliz, estaba deseando llegar y asomarme a la ventana,  para así contarle todo lo que veía. Parecía que este último año hubiera estado haciendo la tarea de recoger visiones para pasar un examen, ese examinador era Johann que me esperaba como agua de mayo, para así poder viajar a través de mí, de mis ojos. El tiempo era conometrado, pues era el tiempo que tardaba su mujer en desayunar.

Una mañana llegué y no estaba en su máquina, me asusté, me dirigí a su habitación y estaba allí en su silla, sentado, lo noté nervioso, espectante, sabía que que yo había llegado pues movía las alas de la nariz– Jazmin has llegado. 

– Me llamo Noelia, Johann.

– Erika hoy no vendrá, ha salido esta mañana en el primer vuelo a Alemania, me gustaría proponerte algo.

– Johann, te das cuenta que solo me conoces de hace diez días y te pasas el día pidiéndome cosas. A veces creo que conoces mis debilidades y me utilizas.

 


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