Café matinal

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Antes de darte cuenta ya te tengo rodeada con mis brazos. Te pillo preparando el café de la mañana después de haberte duchado, frente a la isla que hay en medio de la cocina poniendo el café molido en la cafetera. Aún tengo en mi mente tu olor, la textura de tu piel, la mirada de tus bonitos ojos, tu delicado cuerpo bajo el mío, tus pechos, tus pezones endureciéndose, todo grabado en mi cabeza. Te abrazo fuerte contra mi cuerpo mientras te beso el cuello, mientras aspiro tu olor.
Te susurro suavemente al oído cuanto me gustas. Te gusta sentir el calor de mi voz en tu oído
El corazón te empieza a latir un poco más deprisa. Sientes como mis manos acarician tus caderas. Se que empiezas a excitarte.
Mis manos desabrochan tu bata y se cuelan bajo su tela acariciando tu abdomen. Apoyas tu cabeza en mi hombro dejándote hacer. Te gusta sentir el roce de mis dedos por tu piel y mis besos en tu cuello. Puedo notarlo en como se te eriza la piel. Oírlo en tu respiración.
Suspiras.
-Date la vuelta- te pido. – buenos días preciosa- te digo mirándote a los ojos.
Hay deseo en tu brillante mirada. Deseo como el mío.
Cuando quieres contestarme te lo impido poniendo mis labios sobre los tuyos. Nos enlazamos en un beso dulce pero intenso. Largo. Y cuando te quieres dar cuenta ya te he cogido por tu culo y te he subido sobre la encimera. Notas el frio contacto sobre la piel de tus muslos y te estremeces. Acerco mi boca a uno de tus pechos y beso tu pezón. Lo lamo a la vez que amaso tus pechos. Lo chupo y tiro de él con los labios y los dientes. Suspiras. Cambio de pecho y te vuelvo a hacer lo mismo. Consigo que tus pezones se endurezcan.
– Mmmmmm…..- suspiras.
Me separo de ti y levemente te voy empujando hacia atrás mientras te apoyas con tus brazos sobre la fría encimera.
Cojo tus piernas y las subo para que descansen sobre mis hombros, una detrás de otra. Así tu sexo queda totalmente expuesto para mi. Te miro y veo la expresión de tu picara sonrisa. Intuyes lo que voy a hacerte y tus pupilas anuncian tu deseo. Acaricio tu vulva. Estas húmeda. Excitada. Veo como te muerdes el labio. Tu ves mi sonrisa traviesa y malvada. Me deseas. Tu mente desea mis caricias. Tu cuerpo te delata. Tus pezones endurecidos. La tensión de tus músculos. Tu sexo húmedo y brillante deseando de que empiece con lo que más te gusta.
Me inclino entonces sobre tus muslos. Me sujeto a ellos. Ves mi pelo oscuro entre tus piernas y notas el roce de mi barba por la parte interna de tus muslos. Sientes de nuevo el calor de mi aliento pero ahora sobre tu sexo. A la vez abro poco a poco tus piernas. Acaricio de golpe tu clítoris con un lametazo rápido. Otra vez. Y te oigo gemir. Noto que te arqueas. Se que lo deseas. La excitación recorre tu cuerpo. El placer se concentra en tu mente. Gimes de nuevo. Separo un poco tus labios y lamo tu vulva. Acaricio el interior de tu sexo con caricias largas y pausadas, deslizando mi lengua por la mojada entrada de tu coño. Para luego ir subiendo despacio a tu clítoris. A la vez que subo hacia arriba con mi traviesa lengua mis dedos se van colando en tu interior. Se deslizan con suavidad, gracias a tus fluidos, entre los labios de tu sexo.
Noto como tus dedos se enredan en mi pelo y presionas suavemente para apretarme contra tu pelvis que elevas simultáneamente. Tus gemidos se incrementan.
Lamo deprisa con la punta de la lengua tu clítoris. De derecha a izquierda. De abajo a arriba. Te aprieto en tu botón del placer. Hago círculos a su alrededor. Jadeas. Notas mi lengua caliente, mojada de tu propia excitación, y el roce de mi labios. Tu placer crece y crece. Deprisa. Tu jadeos aumentan de volumen a la vez que mis dedos entran y salen de ti resbaladizos una y otra vez.
Hasta que llega el momento en que se junta la presión de mi lengua sobre tu clítoris y la penetración profunda de mis dedos provocándote la esperada cascada de placer con un grito tremendo, culminando tu éxtasis con un estallido final de placenteras sensaciones, con un temblor que te recorre todo el cuerpo. Te derrites en mi boca muriéndote de gusto y sintiendo como el calor abrasa todo tu ser.
-¿Todo bien preciosa?- te pregunto según me voy separando de ti
-Claro, ya lo sabes- me dices recuperando tu pulso normal.


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