Otra vez, me encuentro navegando
en un barco sin timón, con el
viento soplando de popa y tan
solo mis ideas como brujula.
Pensando en lo que puede
salir bien, sin dejar atras lo malo.
Que mis demonios persiguen este
barco a nadó, pero yo navego
rumbo al cielo, donde por pecador caeré
sobre sus mas tristes pensamientos.
Mi cerebro navega a remo,
mientras pienso que, desde la puerta
del oceano hasta la cueva del murcielago,
tan solo hay veintiún pasos por recorrer.
Me sumerjo en el suplicio atroz de agarrar
un boligrafo y mancillar el blanco color del
folio, navego, pero sin saber a donde
con tan solo un nombre y sin saber
el porque de mis viajes.
Presencio, la peor de las amarguras,
que es estar solo en este barco
y sin saber donde encontrarme conmigo
mismo en este oceano de peligros y
sacrificios continuos
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