A veces aún me duele escuchar ciertas canciones. No las odio, pero no puedo evitar ver tu imagen en mi cabeza cuando alguna de nuestras canciones favoritas suena en algún lugar. Me pregunto si tú te detienes a pensar en mí cuando las escuchas, si de algún modo recuerdas lo que vivimos. Si de algún modo, me recuerdas.
A veces aún siento que te quiero. Pero me queda claro que es mi mente engañándome, que me hace pensar que aún te deseo sólo porque nunca logré tenerte realmente. Y es que parte de mí aún no se cree lo que me hiciste, la forma tan cobarde en que te fuiste sin decir nada.
Hay noches en las que aún lloro, aunque no por ti. Lloro por lo que hiciste, por lo tonta e ilusa que fui cuando todo era evidente: no me querías. ¿Qué me cegaba? ¿Qué me retenía? ¿Qué maldita cosa me hacía continuar buscando algo contigo?
Parte de mí aún no te perdona. Porque aunque todos dicen que debería agradecer que aprendí una lección con esta experiencia, dime ¿Tiene sentido darle las gracias a alguien por hacerte daño? Claro que no, es completamente estúpido decir o pensar tal cosa. Yo creo que nadie más en el mundo debería aprender así, con tanto dolor después de haberlo dado todo…
A veces siento que no logro perdonarme por el daño que permití que todo esto me hiciera. Regreso mis pensamientos a aquellos días donde me andaba por todas partes como un fantasma, como un alma penando por tu repentina partida. No me creía lo que habías hecho, y me culpé tanto. Pasé noches preguntándome qué demonios había hecho mal como para que corrieras a los brazos de otra cuando los míos te esperaban con más amor que el de nadie más. Tardé mucho en llegar a la conclusión de que yo, de lo único que tenía la culpa, era de quererte tanto. Y de haberme ilusionado, de haberme hecho una idea errónea de ti… y tú, tú tenías la culpa de mi sufrir, porque no fuiste lo suficientemente valiente para decirme de frente NO TE QUIERO.
Siempre pienso en que habría preferido tu sinceridad aunque doliera, a vivir de falsas ilusiones que alimentaban mi amor por ti y que al final terminaron doliendo más que cualquier cosa.
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