Te siento, amor.
Por Elia Burdey
Enviado el 30/04/2017, clasificado en Amor / Románticos
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Los días pasan sin nada que destacar. Puedo trabajar, salir los fines de semana, vestirme, ponerme guapa, quedar con las amiga, hablar de cosas banales. Así pasan las horas, los días, los meses, los años. Decir que se pasó el tiempo y no cambió nada, que sigo esperando algo que nunca llegará. Dicen que las cosas tienen que pasar en un momento determinado, hasta entonces, hay que tener paciencia y esperar. Pero el tiempo pasa y me doy cuenta en mi caso, que debe haber otras frases para mi situación. Tal vez vivir es mejor que nada, aunque sea con un punto triste. Que vivir es algo triste. Y si un día veo una pelicula de amor comiendo helado llorando, es algo normal en esto de vivir, es bueno porque sé que estoy viva y vivir es sentir, aunque sea tristeza. Y pasan las horas, los días, los meses y los años. El tiempo no perdona y aunque hice muchas cosas: viajar, ir a la playa, conocer gente, comer cosas deliciosas, ir de conciertos, llenar la vida de vivencias fantasticas. En el fondo siento que yo no estoy en el presente, en el ahora, yo me quedé en el pasar del tiempo. Ahora pienso en como puedo vivir con plenitud si en alguna parte de este mundo estas tú. Te siento, se que estas en alguna parte, haciendo lo mismo que yo, viviendo, saliendo, viajando, conociendo gente, trabajando, todo, todo pero sin mi.
Hace unos días que note un bulto en el pecho, ¡si!, eso tan temido, bultos que aparecen sin sentido. Se lo dije a mi medico, que me mandó al hospital y en menos de un mes empezó para mí otro tipo de sensasión al escuchar "cancer". Sobrevivir, había que sobrevivir. Cortar, amputar, tratar, caida de pelo, debilidad, malestar, cicatrices, sin feminidad, amigas que se empeñan en llevarte, sacarte y traerte de casa, cuando en realidad quieres estar en casa sin pensar en nada. Vienen a casa para hacerte compañía, llevan tus citas en el hospital mejor que tu, en la sala de espera hablan con los demás pacientes, cuando lo que reina allí es el silencio, porque en el aire esta la muerte. Esas amigas te lleban y te traen como un titere, eso es lo soy ahora. Estas tan devil que ya no estas. Te hablan de sus madres, padres o familiares que pasaron por ello y no todos sobrevivieron, pero quieren resarcirse a traves de mi y se obstinan en que yo viva. Yo les digo que yo puedo sola, pero siempre notaron que yo nunca tube claro el amor a la vida, más bién que la repelía un poco. Y siguen tirando de mi hasta que recupero otra vez mi cuerpo, fuerza, aunque no como antes pero me soy autosuficiente. Y las digo que descansen ellas ahora, que recuperen sus anteriores vidas.
Vuelvo al trabajo, es como volver al cole, sigo viva, me doy cuenta que seguiré viviendo. Es algo increible, cuando llego a casa, sin darme cuenta empiezo a llorar, a llorar todo el miedo que me habìa tragado hasta ahora, no puedo parar. Había visto y pasado cosas que no quería pensar para no hundirme y ahora una vez pasado. Vuelven a pasar por mi mente como una pelicula en la que la protagonista era yo. Yo era la que pasaba por el matadero y salía transformada pero viva. Vivir era mejor que nada.
Mis amigas se empeñan en irse un fín de semana a otra ciudad para celebrar que sigo viva, nos vamos como de despedida. Aunque sigo estando devil. Tengo cuerpo de niña de trece años, más delgada que nunca, sin pechos, pero ellas a modo de sorpresa tienen planes para mi. Sabado por la mañana, peluquería, llenar mi cabeza de postizos para hacer un peinado sobrenatural, maquillar mi cara blanca como la muerte, atuendo acorde y un sugetador con relleno que disimule la nada. Aunque me siento ridicula intento sonrreir para que no se sientan mal mis amigas, aunque preferiría algo más tranquilo ellas lo merecian. A la hora de la comida, yo no tenía mucha hambre, pero me lo dejaron pasar sin protestar. Dejaron pasar el que no tocara apenas la tarta. El camarero nos dejo chupitos gratis, y yo por no tener que dar esplicaciones me lo tome. Hicimos un brindis y el camarero se apuntó, manteniamos los chupitos en el aire y brindamos por la vida. Algo me decía que ese simple chupito no lo tenía que haber tomado. A unos pasos de la salida lo veia todo de color rojo, me vieron la cara mis amigas y empezó otra vez su modus operandi por sacarme adelante.
Me desperté en la habitación del hotel, escuchaba el alboroto de las chicas, rodearón mi cama y empezarón a soltar preguntas a la vez. Les dije que estaba perfectamente que como comí poco y todavía tomaba medicación me dió un mareo. Miré mi brazo y tenía un algodon en mi vena pegado, pregunte que era. Las escuchaba sin entender nada. Me habían llebado al centro de salud que estaba cerquisima, ellas ya lo habían pensado lo de que estubiera cerca de mi. Yo no me acordaba de haber ido ningún sitio, ni estar allí ni de como vine. Un chico de los del bar de alado donde me sentaron cuando me quedé pálida, me llebó en brazos al centro. Había un medico y enfermera. Me inyectaron algo, porque ahora me sentía perfectamente. Ellas hablaban entre si y yo solo me enteraba de trazos de la historia. -¡Tengo su telefono!, el teléfono de quién dije. -¡Del chico que te llevó en brazos a urgencias!. ¡Yo le di el mio!. -¿Que dices? Solté. Fué a ver su movil pues acababa de sonar, -¡Ha escrito preguntando por ti!. Yo las miraba con cara de enfadada, aquello era un gallinero y yo no me enteraba de nada. Ellas sonrreían y me miraban con picardía.-¡Está abajo!. ¿Quién?, joder, dije. No se como pero me rodearon e intentaron arreglar mi pelo y mi maquillage. Querían que bajara y hablara con el tio ese. Yo no quería hablar con nadie, no quería hablar con ningún tio y esplicar que había estado enferma, enferma de cancer, y que debajo de este sujetador de pega no había nada. Una de ellas, Laura se puso frente a mí, dijo que ese tio escucho cuando hablaron a la enfermera de tu enfermedad y ahora mismo sabía de "lo mio", lo que no tenía y aún así estaba en recepción esperando porque quería verme a mi.
No se como fué pero todas me llevaron en tropel al ascensor, no tardó ni cinco segundos en abrir las puertas. Lo primero que ví fué la barra más cercana al ascensor, donde estaba el camarero colocando vasos y un chico que al mirarle todas, él nos miró y sonrrió. Eras TÚ. Parecía que la vida había retrasado mi muerte para encontrarte, nos miramos y el tiempo se paró para nosotros.
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