Un amigo

Estamos en el sofá de casa. Acabamos de cenar rápido esas hamburguesas de plástico llamadas comida basura. Con la tripa llena nos disponemos a ver una película.

Somos dos en el salón. Nos conocemos desde pequeños. Hemos dormido juntos, salido mil veces de fiesta, etc. No es mi novio. Es solo un amigo.

Hoy hace frío y mi casa no tiene calefacción. Nos tapamos con mantas diferentes y a medida que avanza la película estamos más tirados en el sofá. Es decir, mis piernas rozan las suyas. Cada vez estamos más tumbados y el calor de nuestros cuerpos nos mantiene calentitos.

Estoy tan a gusto que no me importan los silencios. Nos reímos cuando y de lo que nos apetece. No estoy pendiente de él ni me pregunto que estará pensando cuando me suelto la coleta y dejo que mi pelo se alborote. En definitiva, estoy completamente cómoda.

Se acaba la película y ponemos la tele. Me dice que le arrasque la pierna que le pica mucho. Meto la mano bajo la manta y busco su pie.

-¿Donde aquí?

-Si, en el gemelo, un poco mas arriba.

Meto mi mano buscando un hueco entre su piel y los vaqueros. Le alivio el picor y pone cara de gusto. Dejo mi mano allí dentro un rato largo, como si se me hubiera olvidado sacarla. Después de unos minutos empiezo a masajearle lentamente. Él no dice nada, se deja hacer. Ahora ya estoy a la altura de su muslo. Lo tiene duro y noto los pelos entre mis dedos. Me mira y se ríe. Se incorpora y con sus brazos estirados me dice:

-Ven aquí.

Sus manos agarran mi cabeza con delicadeza. Se aproxima a mi cara con esos ojos tiernos que hacen que me calme cada vez que los miro. Me da un beso en la mejilla y me suelta la cara cariñosamente. Entonces sale del lío de mantas que hemos armado y se despide.

-Nos vemos mañana guapa.

- Vale. Adiós. - Mi mano y media sonrisa también se despiden.

-Te mando un whatsapp cuando llegue.

-Ok. Hasta mañana.

Entonces cierro los ojos, me tapo la cara con las manta y escucho el portazo. ¡Adiós!