Vibra
el amor que sentimos
por esta tierra
a través de una nueva idea
que nos transforma
para ser
lo que anhelamos
en pos de la felicidad.
Hay un esfuerzo
que no cansa,
que nos conduce
por veredas fantásticas,
por floras aromáticas,
entre suaves sueños
que se conforman
como una poliédrica realidad.
Saltamos
de pura alegría
mientras nos llegamos
a cualquier parte
en pura improvisación,
pensándolo también,
con juegos acrobáticos
de los que aprendemos mucho,
más, en el todo mismo.
Hemos construido
una desbordante alegría
en unos tránsitos bellos,
que en eso consisten
las inigualables encrucijadas,
como es el caso,
el nuestro, pura devoción.
Se expande, pues,
el cariño en un espacio
sin tiempo, armado de paz
y de buenas gentes.
Es algo que aprecio,
y por eso te lo cuento
a voz callada
para que de algún modo
todos lo sepan.
El amor, si lo es,
se experimenta y se transmite.
Juan Tomás Frutos
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