Hormigas
Por Jose Rodríguez Rivero
Enviado el 14/05/2013, clasificado en Amor / Románticos
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Y oímos a la hormiga trastabillarse cuando desandaba la pared, y tú te reíste. No recuerdo si fue luego cuando me llamaron de la oficina, por aquéllo, sí, eso, lo del despido, pero más o menos fue por esa época de las hormigas torpes. Cada cual a lo suyo, fue lo que les dije, y colgué. Y de nuevo a la tropelía de infortunios que suceden en las cordilleras de la ventana, en las orillas de la lluvia. Cerré los ojos, o los abrí, y ya no estabas, quizás sí, porque era de noche y a ratos era como que oía tu respiración a mi lado, pero a ratos se me hacía que todo no era más que silencio. Y así me llegó el día, sin hormigas que se tropiezan ni murmullos junto a mí en la almohada. Lo achaqué todo a que te habías ido ya al trabajo y a que yo estaba en una duermevela espantosa.
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