Lejos de Morfeo.

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No sabía qué hacer, sentada frente al ordenador solo podía recordarle. Recordar lo que hacía años pasó. Recordar no parecía valerme. La humedad que me despertaba cada mañana y cada noche, me golpeaba como un remordimiento constante, que no se alejaba sino que permanecía más aún según pasaban los minutos, las horas y los días. Decidí que ese era mi único salvavidas, recordarle de verdad, entre mis dedos. Sin remordimientos ni fustigaciones. Si el olvido había escogido un camino yo no estaba dispuesta a seguirle. Legua, humedad, caricias escondidas, miradas..., todo eso me atormentaba. Ese recuerdo en las escaleras, esas palabras que me hicieron cambiar el rumbo y arriesgarme. La memoria me jugaba malas jugadas. Y aún lo seguía haciendo. Cada peldaño parecía una rampa que me precipitaba hacia el abismo que merecía la pena sentir, ese cuyo sinónimo era el peligro. ¿Prohibido y escondido? Ya era hora de sentirlo. Cuando cerró la puerta del lavabo tras de mí todo se convirtió en deseo, miradas que llevaba mucho tiempo poder ver y deseo que aún intentando esconder, salía a borbotones sin parar a través de mis manos. Él lo buscaba todo, yo quería encontrar lo que solo se presentaba en mis sueños. Quería... convertirlo en real y sus ojos devorándome me hacían sentir que solo disfrutar del momento me podía mantener viva más tiempo. Podía mitigar todo el anhelo en una descripción más que gráfica, física. Sus manos ansiosas parecían querer hacerlo todo sin tiempo ni lugar mientras nuestros sexos se olvidaban del mundo que les rodeaba y se humedecían sin poder evitarlo. Deseo escondido durante demasiado tiempo. Su lengua quería encontrar todos los rincones de mi boca y mis manos parecían cansarse de imaginar lo que escondían sus pantalones. Quería rozarla, sentirla entre mis dedos, que gimiera por mí, pero la realidad nos llamaba a ambos e intentaba arrancarnos de nuestro sueño hecho realidad. Le miré, fruncí el ceño y ambos escapamos de la ansiada realidad que escondía ese lavabo convirtiéndola en lo que hacía años que teníamos pero no materializábamos. ¿Punto y final? Él deseaba más, yo evitaba defraudar un momento perfecto. Sabía que no podría olvidar lo ocurrido, que tanto el temblor ,como mi humedad, eran reales y podrían quedarse en el olvido hasta que le oí decir que necesitaba besarme otra vez.

¿De verdad no había sido un sueño...?


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