CUANDO EL ESCRITOR VA A CONTRACORRIENTE
Por franciscomiralles
Enviado el 31/05/2017, clasificado en Cuentos
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Fue justamente a mediados de los años 80 cuando a Daniel Hernández después de haber
leído los mejores libros de todos los tiempos tanto nacionales como extranjeros le picó con
insistencia el gusanillo de ser escritor.
Así que tras conocer casualmente a un joven llamado Javier cuyo padre se movía en el
ámbitto literario pero con el que no se avenía en absoluto, y haberle confiado su inquietud
creativas, éste le facilitó una revista especializada sobre dicho tema con el propósito de que
con suerte pudiera publicar algún trabajo y así darse a conoceren en el medio.
De manera que Daniel Hernández se puso manos a la obra y escribió un relato de terror
psicológico que lo mandó a la redacción de aquella publicación, el cual gustó a los críticos
literarios, por lo que no tardó en ver la luz pública.
Como adivinará el amable lector nuestro hombre se sentía exultante, y llevado por la euforia
de aquella buena nueva se fue a visitar en su hogar a un pariente de cierta edad que cuando
él iba al Instituto éste le había dado clases particulares, para enseñarle la historia que
había conseguido publicar. en la revista.
Mas se llevó una tremenda decepción. El pariente de Daniel, lejos de mostrar interés por
el escrito, y de felicitar a su antiguo alumno por aquel éxito cultural, echó una mirada
desdeñosa a lo que se le mostraba, y dejó a la revista como un papelucho sin ningún valor
encima de la mesa.
- ¿Cómo? ¿Es que no quieres leer mi relato? - le preguntó extrañado Daniel a su pariente.
- No. Ahora no. No tengo tiempo. Quizás otro día- le respondió secamente aquel hombre
El novel escritor regresó a su casa cabizbajo; sin entender la fría reacción de su pariente.
Entonces, cuando Daniel estuvo en su casa quiso compartir aquel acontecimiento con una
mujer que en aquel momento convivía con él y también le enseñó su escrito.
- ¡Ah! Tú escribes para darte autobombo ante los demás. Para hacerte el sabio, vamos- le
dijo ella despectivamente-. Pero con esto no te ganarás la vida. Aunque si quieres escribir
para tí, allá tu.
- Esto no es así. Yo escribo para que me lean; y trato de establecer un diálogo anímico,
racional entre el lector y yo. Es una forma de comunicarme con mi entorno - se explicó
Daniel molesto.
Ella enarcó las cejas con incredulidad.
- Pues yo creo que tratas de hacer que los demás piensen como tú- le espetó la mujer con
hostilidad.
- ¡/De ninguna manera! Yo puedo escribir una idea, pero si no es compartida por el lector,
esto hace que él se autoafirme en su modo de pensar, y eso también es bueno. Anda, toma
y leeme si quieres, a ver si te gusta-le instó Daniel ofreciéndole la revista.
Pero ella la rechazó de un manotazo.
A pesar del vacío que le hicieron tanto sus amigos como sus familiares respecto a su afición
literaria, éste no se amilanó y siguió escribiendo para aquella publicación. Aunque de hecho
él con la gente más próxima había cometido una ingenuidad grande como una casa.
En efecto, Daniel que había esperado un cierto reconocimiento por su labor artística, no había
caído en la cuenta que no hacía tantos años que en su país se consideraba que el leer, y
sobre todo el escribir era una pérdida de tiempo. Y si la gente había ido a la Escuela, y muchos
estudiaban una Carrera era para tener un trabajo bien renumeradoy poca cosa más. Pues el
intelectual era un sofista, un charlatán, o un bohemio que no divertía a nadie.
A la indiferencia popular de la afición cultural de Daniel hubo que añadir la suspensión de la
revista en la que él colaboraba por problemas administrativos, por lo que el autor se sintió
perdido; razón por la cual éste se puso nuevamente en contacto con su amigo Javier con el
propósito de sí le podía facilitar otro canal literario. Pero como en aquel instante Javier
también quería dar a conocer unos poemas que había escrito, y que su padre no le
quería ayudar, le propuso a Daniel de fundar su propia revista literaria que la llevarían entre
los dos.
Daniel estuvo de acuerdo, y puso un anuncio en un diario de su localidad solicitando
escritores que quisiesen colaborar en la nueva publicación, y recibió un sinfin de llamadas
de supuestos autores que deseaban entrar en la revista, muchos de los cuales eran
funcionarios del Ayuntamiento, y a todos se les citó un sábado por la tarde en la gran mansión
en la que vivía Javier.
Sin embargo no acudió nadie a la cita, por lo que tampoco se pudo llevar a cabo aquel
proyecto;aunque más tarde Daniel utilizaría otras vías para lanzar sus escritos. Entretanto en
aquella tarde fallida Daniel pensó que había un abismo enorme entre lo que un individuo
proyecta idealmente y lo que se lleva a la práctica.
- Parece mentira que quienes decían apreciarme no quieran saber nada de mis escritos
- se quejó Daniel a su amigo bastante desilusionado.
- Te voy a contar una fábula - dijo Javier-. Había una vez una serpiente que perseguía a una
luciérnaga para matarla. Y cuando la tuvo acorralada contra una pared, ésta le preguntó:
"Por qué me persigues? ¿Es que acaso te he hecho algún daño?" "No" - respondió la
serpiente-. "¿Es que tienes hambre y me quieres devorar?" "Tampoco" "Entonces ¿por qué
me quieres matar?" "Porque brillas demasiado, y eso no lo puedo soportar"- dijo la serpiente
mientras se avalanzaba sobre la luciérnaga para comérsela.
Mucha gente sólo sabe usar un lenguaje que está en función de las cosas prácticas y cotidianas
pero no va más allá. En cambio nosotros con más o menos fortuna con nuestras palabras
tratamos de ahondar en el espíritu humano; cosa que no se sabe hacer, ni se quiere aprender.
Por tanto nosotros suscitamos en muchas personas el prejuicio; una envidia moral.
Y dicho aquello los dos amigoss salieron a la calle a dar un paseo.
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