PESADILLA EN MI HABITACIÓN
Por Adelina Gimeno Navarro
Enviado el 02/06/2017, clasificado en Intriga / suspense
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Desde aquella tarde en el centro comercial donde acudí con mis amigos a ver aquella película de terror, la pesadilla me había perseguido cada noche, sin darme tregua ni una sola para poder dormir a pierna suelta. Tuve la necesidad de acudir a un especialista, y es que el horror vivido frente al pantallón fue brutal, teniendo en cuenta de que contábamos con tan solo doce años. Lo inexplicable fue que nos dejasen pasar, pero ya se sabe, en un pueblo y siendo un sábado de verano, los mayores tenían otras cosas que hacer, ahora me doy cuenta, antes la necesidad de experimentar no te dejaba ver ciertas cosas. Las escenas sangrientas se sucedían y el encogimiento en la butaca cada vez era mayor, llegando a hacer de nuestro cuerpo una pelota. Salias sudando, con algún que otro arañazo de quien tenias al lado, pero lo peor estaba por llegar, cuando llegabas a casa cansado de estar a oscuras y pasando miedo, tus padres a los que sus amigos les acompañaban para tomar una copa, te obligaban a cenar rápido y a irte a dormir. Cómo si tú estuvieses deseando acostarte después de lo que habías visto. En fin no podías desobedecer, era ya tarde y el domingo había propuesta de partido y no era cuestión de que se anulase. Cuando entré en mi habitación encendí la luz y recorrí antes de entrar en ella cada rincón. Un escalofrío recorrió mi cuerpo...
¡No recordaba que mi peculiar cama estaba a ras del suelo! Tomé mi oso de peluche con el que había tropezado y me tumbé, estuve mirando al techo un buen rato, mirando los estantes donde posaban estáticos mis juguetes, no se mueven me dije, pero sin embargo parecían mirarme fijamente y hasta me imagine que alguno parpadeó...
Cuando desperté al día siguiente no podía respirar, estaba destapado y recordé con pánico la pesadilla que había tenido y la que he tenido durante todos estos años, noche tras noche...
Un esqueleto de mujer se arrastraba desde los pies de mi cama hacia mí, su esquelético cuerpo y su aspecto cadavérico salían de debajo de mis sábanas, acercándose inevitablemente a mi persona. Yo no podía nada más que recular apoyando mi brazo sobre el colchón, y abrazando con el otro a mi fiel compañero. Con cara de estupor miraba a aquel espectro que se acercaba a mi persona sin que nadie ni nada lo remediase. Esperando recordar que mi pesadilla fuese como la película que había visto, en la que la bestia llegaba hasta mí y me destrozaba, dejando toda mi habitación ensangrentada, ocurrió todo lo contrario. No recordaba nada más allá de aquel momento, en el que el acoso de aquel ser me acechaba en la cama. Como digo eso fue una noche y otra, y otra, año tras año, siempre el mismo sueño infernal de terror. Durante muchos años acudí al médico al que relataba cada vez la misma historia, después dejé de hacerlo me daba vergüenza ir con el cuento de la pesadilla, con mis quince, veinte y treinta años y como en realidad nunca me alcanzó, era ya como mi amiga. Hoy en día me sigue sucediendo...
ESA MISMA NOCHE... Entró en su habitación y aunque se había independizado todo lo había amueblado del mismo modo, la cama a ras del suelo, los estantes llenos de sus juguetes y libros de historias de miedo lo rodeaban. Abrazado a su oso se acostó, y como cada noche miro durante largo tiempo al techo, viendo como sus muñecos lo miraban y hasta le guiñaban un ojo. Fue entonces cuando comenzó a notar que algo se movía debajo de las sábanas, una mujer con aspecto fantasmagórico arrastrándose se acercaba, mientras él retrocedía hasta llegar a la pared, punto donde a la mañana siguiente, cuando recordaba el sueño, encontraba ahora, desde hacía bastantes años los fluidos masculinos de su pesadilla.
©Adelina GN
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