He abordado el vuelo con destino a Panamá.Un hermoso amanecer me recibe.Desde lo alto recorre mi mirada un basto firmamente de blancura exquisita.Parece una ciudad deshabitada que alberga gigantes deformados y ruinas de castillos deshabitados,pero si tienes una mirada escrutadora ,percibes también formas humanas y diosas y ninfas del olimpo o sirenas que flotan sobre olas espumosas.Estos cuadros escénicos van cambiando rápidamente y dan paso a nuevas figuras ,dragones de algodón ,barcos ,unicornios, carruajes,delfines,y toda suerte de objetos ,todos de algodón .
Los colores discurren en variados matices ,que los rayos del sol del alegre amanecer,difumina travieso en el inmenso lienzo de algodones.¡Qué mágico espectáculo me ofrece el cielo en copos hechizantes ,como áspides helados y enigmáticos , que deslumbran , que maravillan la visión humana!
Qué pintor _ me dije, podría plasmar con tanto realismo y majestad divina_sólo Dios ha podido con su pincel de perfección creadora, mostrarnos su portento,brindarnos ese gélido paisaje, que cobra vida por momentos.
Allí, en ese momento me invade un sensación de majestad y a la vez de pequeñez.¡Que grande es Dios y que insignificantes los humanos.Que belleza y misterios hay en el cielo ,en eso se parece al mar...si , es como el mar insondable ,misterioso ,perfecto y como el mar , extrañamente hermoso.
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