Solo un beso de tu boca bastaba para quitarme la cordura, un beso violento rompiendo mi pecho; quebrando mi sangre, enmudeciendo aquellos latidos que galopaban en esos instantes.
Solo un beso que llegaba de todas partes, un beso que bajaba hasta el principio de mi locura por poseer tu cuerpo; ensanchando cada centímetro de tu bajo vientre, quemando el deseo de entrar desesperadamente.
Solo un beso golpeando, envolviendo solemnemente tus senos mitigados por mis besos; desvistiendo la rosa roja de tu regazo que cobija mi regazo, una deliciosa entrada envistiendo tu carne ya conquistada.
Solo un beso certero en la punta de tus dedos, masticando nuevamente mis besos, mordiendo mis malos pensamientos; acometida jugada que aceptas mientras me comes el cuello y rasguñas mis sueños, en un suculento festín de deseos húmedecidos de besos.
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