VIAJAR AL PASADO 1

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Cuando Pablo que era un tipo que en razón de la incertidumbre general que predominaba en

la actualidad, y que le había llevado a magnificar otras épocas del pasado, se enteró que en

un lugar álgido de la playa de su ciudad se había producido un extraño fenómeno natural que

consistía en una brecha espacio-temporal  que le daría acceso a visitar otro tiempo histórico

en el que había  vivido su bisabuelo, no se lo pensó dos veces y se arriesgó a vivir aquella

aventura.

Dicho fenómeno está relacionado con la Teoría de la Relatividad General de Einstein. La Tierra

pertenece a la tercera dimensión. Largo, ancho, y grueso. Mas hay una cuarta dimensión que

es el tiempo, el cual en el cosmos es muy diferente al de nuestro planeta, ya que al igual que

el espacio está curvado como una red de circo, debido a la cantidad de materia que hay en

él, y por tanto de alarga considerablemente. Ahora imaginemos que el espacio-tiempo son

las enrevesadas viás de una estación de un tren en direcciones opuestas. Las unas conducen

a Barcelona que repesenta el futuro, mientras que las que van hacia la Costa Brava llevan

al pasado. Y cada estación en la que se detiene el tren (la luz que viaja por el espacio a

300.000 kilómetos por segundo) en su recorrido, son fluctuaciones de posibles historias que

se produen en el espaio-tiempo cósmico.

Así que Pablo traspasó aquella fisura espacio-temporal precisamente en el momento cuando

ésta se contrajo a causa de la cantidad atómica y subatómica que hay en el cosmos formando

unas "cuerdas" las cuales al moverse a la velocidad de la luz las unas respecto a las otras

formando un cono y en consecuencia aquel atajo...

...Que le llevó a la una y veinticinco minutos del año 1905 en un soleado día en las Ramblas de

las Flores de Barcelona. 

Pablo se encontró en un abigarrado ambiente que se regodeaba de aquel placentero sol que

estaba compuesto por una muchedumbre que pululaba en todas direcciones. Habían un

sinfín de obreros de piel cetrina que iban con sus goras de plato, y sus amplias batas grises.

Asimismo éstos se cruzaban con hombres de traje oscuro y bombín, o sombreros, y su bastón;

y también con mujeres de ojos negros y redondos debido al maquillaje, y con el cabello

recogido en un moño, y ataviadas con ceñidos vestidos de faldas largas y anchas

En otro orden él vería unos carros tirados por caballos llenos de hortalizas, seguidos por

triciclos, y algún coche de rudimentaria maquinaria conducido por un adinerado conductor. Y

por las esquinas asomaban niños famélicos con la cara sucia de hollín vendiendo carbón.

De repente cuando Pablo hubo cruzado el tramo que comunicaba con una calle determinada,

se produjo una terrible explosión, seguida de un estrépito de cristales rotos de algunos

edificios, al par que la gente empezó a gritar presa del terror. "¡Ay Señor Dios mío! ¡Que

degracia más grande!" - se lamentaban muchos.

Y de extremo a extremo de las Ramblas, así como de las calles adyacentes el público echó a

correr  despavorido. En medio de la lógica confusión el lugar del atentado terrorista quedó

casi desierto viéndose en el suelo a numerosas víctimas clamando auxilio. "¡Ayúdenme, por

favor!" En el acto algunas personas solicitas se prestaron a dar los primeros cuidados a los

heridos llevándoselos a las farmacias más próximas. Pero lo peor de todo fue que en el

suelo habían dos mujeres ensangrentadas y muertas. La una era una florista que cumplía con

su trabajo diario, y la otra era una maestra de escuela llamada Rafart.

"¡Malditos anarquistas. Ojalá os exploten las bombas en las manos!" - exclamaba la gente.

Sucedía que desde que el Gobierno de la nación había reprimido con dureza las

manifestaciones de los obreros de las fábricas que se habían organizado en Sindicatos para

reclamar mejoras laborales como la reducción laboral a ocho horas, en favor de los egoístas

intereses de la patronal, se había generado un pertinaz terrorismo anarquista que azotaba

despiadadamente con bombas a la ciudad.

Pablo siguió su camino y al llegar a la popular fuente de Canaletas advirtió que allí habían

unos barracones de madera en los que habían unos escribas que se dedicaban a redactar

las cartas de las personas que no sabían ni leer, ni escribir, ya que en aquellos años el

analfabetimo se ensoñoreaba en la mitad de la población.

Seguidamente, Pablo al pasar junto a la terraza de un bar pudo escuchar una acalorada

discusión de dos jóvenes clientes de apariencia remilgada.

- Convéncete Matías. La Iglesia se tiene que separar del Estado, y la Enseñanza debe de ser

laica, así como todos los demás actos de la vida pública- decía con vehemencia uno de

aquellos jóvenes.

-¡Pero qué dices, hombre! Ya está bien. Cataluña ha tenido tolerancia hasta donde la puede

tener. ¿Acaso quieres que se pirdan los Sagrados Principios? Para que te enteres Cataluña

seguirá siendo cristiana, o dejará de ser Cataluña! - respondió su interlocutor con indignación.

-¡Eres una rata de sacristía! - insultó con agresividad el progresista.

-¡Y tú un ateo, y un masón!- respondió el otro enfurecido.

Y es que en aquel tiempo el ánimo de la gente era muco más radical que el de hoy en día.

(continúa)


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