Fue ese desayuno que preparaste la fatídica mañana del viernes.
Preámbulo de los hechos que se sucedieron como perlas de un collar.
El recién despertar te atavió de las primaveras que llevabas sin amor; mis deseos vivían esperando el momento, la visión de la figura traslúcida hizo el resto.
Perdí dominio de mis manos, ya lo sé…
Acaricié en un principio, goloso con la mirada. Luego fue ese dejar que resbale sin oposición. La sensualidad del sol oculto tras la madreselva, espiando nuestro romance, puso al morbo a trabajar.
Te imaginé, después me hice de ti. Te desnudé.
Mostraste sin pudor tu untuosa piel, me embriagué.
Quise que fueran mis dedos los que se hundiesen en ti; primeros acordes de la sinfonía esperada.
Cerré los ojos presagiando el siguiente movimiento, mi boca se hizo agua.
Entonces lo terrible, la escena la irrumpió ella con su grito destemplado, tronchando un acto puro de amor pleno.
¡Ni se te ocurra poner mantequilla a la tostada, que estás hecho un cerdo y yo me gasto haciéndote verduras hervidas! ¡Habrase visto al glotón!Te oculté en la nevera, pero nuestro amor seguirá siempre pendiente… no te olvidaré.
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