Mercedaria era esa clase de persona que nunca esperas se salga de la linía trazada. Pero el día que dijo:¡ que todos ivamos a morir!. Nos quedamos atònitos, jamás alzaba la voz, no le gustaba llamar la atención, era muy comedida en todo lo que hacía, siempre tan sola y silenciosa, hasta ese día.
La muerte nos llegará a todos, pero ella lo decía como si fuese la muerte de todos juntos, a la vez.
El alcalde la tomó por loca y dió comienzo a las fiestas del pueblo. La misa de nuestro Santó, se suspendió porque cuando le bajabamos de la hermita al pueblo, empezó a llover y había que proteger al Santo de la llúvia. Al bajar por la cuesta empinada los mozos que portaban al santo resbalaron y el santo fué a parar al suelo, separando cabeza del cuerpo. Eso fué tomado como algo horrible.
Los danzantes de por la tarde se enrredaban con sus arcos de colores como si fueses titeres, dando un espectacolo ridiculo, llegando a enfado y riñas entre ellos. Cuando vailaron con las picas fué a peor.
Los músicos tardaban en venir, habían contratado una buena orquesta con un gran camión como escenario, lo malo que el camión se le fuè en una curva al conductor y volcó. El señor alcalde trajo una minicadena y la pueron por el altavoz.
Parecía que todo iva mal, pero de Mercedaria nadie se acordaba, ella no volvió a salir de casa, desde aquello.
El alumbrado del pueblo se fué aquella noche, el chocolate de la comisión de fiestas se les estropeó, el sabor era horrible, un viento fuerte se llevó la carpa donde nos resguardabamos. Creo que hay fué cuando nos dimos cuenta que Mercedaria podía tener razón. Asique todo el pueblo fué a su casa con miedo a refugiarse con ella, la pequeña casita fué totalmente invadida, ella empezó ha hacernos café, ella estaba tranquila, cualquiera diría que estaba hasta feliz, teniendonos a todos allí ,pendientes de ella. Como si todo lo sucedido fuera obra de nuestra estupida sugestión.
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