Era un día bastante soleado. Acababa de amanecer. Me desperté he hice mi rutina de todos los días. Prepare un poco de café, calenté dos rebanadas de pan en la tostadora. Me bañe y camine veinte minutos alrededor de la cuadra. Cuando regrese comí mi pan tostado con el café. Miraba las noticias. Otro ataque terrorista, decían. Apague el televisor, termine el resto del pan. Y me disponía a empezar uno de las sopa de letras de mi librito al que estoy suscrito y que llega a mi casa todos los sábados. Mientras encerraba la palabra “Payaso” sentí como una mano se posaba en mi hombro. Vivo con mi hijo, pensé que era él. Pero se sentía fría y cuando voltee, estaba detrás de mí la muerte. La santa muerte. A la que por años le he rezado. Me dijo “Ya estoy aquí” Comprendí lo que me decía. Me levante, le grite a mi hijo pepe. Y le dije que llamara a una ambulancia. Vino al cuartito donde estaba y me dijo que era lo que me pasaba. Le explique y pensó que bromeaba. Le dije que era enserio, que llamara a la ambulancia y que me pusiera una silla en la entrada para esperar a que pasaran por mí. Estaba pues esperando a la ambulancia. Sentado a la entrada de mi casa junto a un arbolito de hojas verdes muy bonitas. En él hay un nido de golondrinas. Acababan de tener pollitos. Son mis amigas siempre me vienen a visitar todos los años. Llego la ambulancia. Me subí y me recosté en la camilla. Me tomaron el pulso y me hicieron unos chequeos de rutina. Me dijeron que todo estaba normal “no notamos nada extraño señor, para que nos hiso venir” “¿se siente mal?” me dijeron.
- no, solo es que, se me apareció la muerte y me dijo que “Ya estaba aquí”
Los dos paramédicos, y hasta el chofer se echaron a reír. Me dijeron que si quería me podían dejar en el loquero. Les di unos sopapos y me baje de la ambulancia. Ellos se fueron. Me quede sentado un rato en la silla que había sacado mi hijo pepe para mí pensando. Luego de no sé cuánto tiempo me levante y volví a mis sopas de letras de mi librito. Me senté en la sala a resolverlos. Frente a mi note una sombra y voltee a verla. Era de nuevo y me volvió a decir “Ya estoy aquí”. Seguí resolviendo mis sopas de letras. Ya quiero que me llegue el librito de la próxima semana.
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