Nunca he sido seductora, al menos eso es lo que yo digo, por que mis ex parejas dicen todo lo contrario.
Conocí a una chica en el trabajo, muy agradable, que al principio no se veía que tuviera otras intenciones conmigo, me parecía otra chica más que me llamaba la atención y nada más. Ella y yo nos hicimos muy amigas a tal punto que nos llamábamos todo el tiempo, cuando no trabajábamos.
En ese momento no le via nada de extraño hasta que en una ocasión, cuando decidimos irnos a bailar y tomar unos tragos, la decidí invitar a mi apartamento, ya que yo no estaba en condiciones de conducir para llevarla a su casa. Por lo tanto se me hizo demasiado natural invitarla a dormir.
En el bar, estábamos hablando muy tranquilamente hasta que escuchamos una canción, ella se puso algo sentimental, no se por que, el punto es que la noche se fue tornando algo triste y incómoda para mi.
Cuando llegamos a casa, le dije que me ducharía para que se me bajara lo borracha, le di una pijama, cuando salí aún seguía llorando y viendo algunas fotos? que tenía sobre el escritorio.
Saco la botella de tequila que me había regalado en mi cumpleaños, abrió la botella tomo un gran tragó y me dijo es que de verdad ya no puedo ocultar lo que siento por ti, a cada momento tengo una sed, terrible veo tus labios, se me hace un nudo en la garganta algo que en mi maldita vida me había pasado, me senté en el sofá y le dije, que me sentía realmente mal por platicarle todos mis amoríos.
Se sentó a mi lado y solo sollozaba, se recostó en mis piernas, le acariciaba el cabello para consolarla y decirle que dejara de llorar, por que a pesar de que en mi vida había estado con una chica, su personalidad, lo atractiva que era, era imposible no quererla, ella siempre tan arreglada, con esa cabellera negra, de piel de porcelana.
Desde ese momento, todo se fue tan lento, le mire a los ojos los bese y le dije que aquel sentimiento, era totalmente correspondido, la bese en esos carnosos labios carmín, acariciaba su barbilla y como si mis manos tuvieran vida propia se fueron a recorrer cada pliegue de su cuerpo, tocaba su pecho y sentía como se erizaba su piel a mi tacto, yo a cada caricia que le daba a ella, me hacía sentir más excitada. Mientras nos besamos yo dibujaba con los dedos sobre su abdomen y a ratos ella solo se movía un poco, delicadamente fui bajando aún más mi mano hasta llegar a su monte de Venus, lenta y agonizante movía mis dedos en su clítoris, era clarísimo que ella estaba demasiado mojada, pronto y sin tanto esfuerzo ella fue perdiendo el control de su cuerpo y se movía frenéticamente, gemidos de esos ahogados se escuchaban en la habitación, ¿quieren que allá una segunda parte?
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