El Corresponsal de Guerra
Por José Figueroa
Enviado el 22/07/2017, clasificado en Drama
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Que egocéntrico es el ser humano; acabo de descubrir en esta intensa caminata por la arena de una playa, que he estado preocupado de enriquecer mi profesión de periodista, viajando por el mundo, cubriendo las más hostiles noticias provocadas por el odioso espíritu del hombre; como corresponsal de guerra, jamás valoré la vida y ahora en esta marcha que se me hace infinita, atesoro: la risa de un niño; una flor de Loto generosa abriendo sus pétalos mientras flota en la superficie de un lago; un atardecer en donde el sol trasmina el horizonte, diseminando sus rayos multicolores y agónicos sobre la faz del mar; el sutil roce palmario de mis manos sobre los senos de mi amada; valoro como nunca antes la impermanencia, como una señal de los dioses para que nos enteremos de lo corta que ha de ser la visita del hombre por la tierra.
Mis oídos portentosos oyen desde el Muecín de una Mezquita, el llamado a la última oración del día.
Perdón dije: día, y la palabra es eternidad.
Siento como mis pies desnudos se empapan con el agua del mar, y voy sintiéndo el resoplido odioso de mi verdugo que cercenará mi cuello con un corvo maldito.
Ya desdoblado, veo al fanático religioso empuñando su corvo ensangrentado, y mi cabeza separada de mi cuello con mis ojos abiertos y fijos, creyendo aún en el mito imperecedero de la vida...
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