Recordar París. (2ª Edición)

La guerra quedaba tan lejana...Las calles de París relucían de alegría para aquellos tres jóvenes recién reclutados por el ejército francés. Las tres muchachas que habían conocido esa misma noche compartían con ellos la borrachera y las ganas de divertirse como si no hubiera un mañana. Poco a poco las tres parejas formadas casi al azar se fueron separando entre ellas para pasar a diversiones más íntimas. Alex y su chica se perdieron por un callejón oscuro y apoyándose en un muro comenzaron a besarse con pasión. Súbitamente, ella se apartó de Alex con brusquedad y vomitó de rodillas contra la pared. Cuando hubo terminado, se incorporó lentamente y rompió a llorar mientras corría alejándose de Alex muerta de vergüenza.

   La guerra quedaba tan lejana...Las calles de Paría eran una fiesta tras la liberación. El recién licenciado soldado Alex caminaba con cierta dulce nostalgia entre la feliz multitud. Sus dos amigos con los que había sido reclutado habían sido víctimas de la matanza, como tantos otros miles y miles y miles de soldados. Pero, quizás sorprendentemente, sus pensamientos y su corazón no penaban por los muertos. Paseando al azar por los viejos callejones, sus recuerdos volvían una y otra vez a mostrarle unos cabellos morenos como el azabache y unos ojos violetas de una mirada tan suave como la piel de su rostro. Pero, por más que se esforzaba, no conseguía recordar su nombre...-¿Alex? El sonido de aquella voz llena de sorpresa y gozo le dejó paralizado. Se volvió bruscamente y volvió a ver aquella dulce y alegre sonrisa que ni la guerra había conseguido borrar de su memoria.