Pasión y sueños (1º Parte)

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­"Y lo conocí... Por fin pude encontrarlo, poco a poco mis más profundos sueños se harían realidad".

Como podía ser que a tan solo unas horas de pensar de esa forma, estuviera así, ebria, pegada a su cuerpo, bailando, rozándonos mutuamente, con aquella canción estremecedora.


Solo había ido a visitar a un amigo para que me invitara a unas copas, pero la situación se había salido de control,  me abrazaba por detrás y sentía como su miembro erecto chocaba contra mis nalgas. Me daba besos en el cuello, despacio y suave, mientras mis jadeos se hacían cada vez más sonoros, estaba perdiendo en aliento, aquella situación me estaba controlando, pero no quería que parara.

Poco a poco avanzaba, me abrazaba más fuertemente y llegó el momento en que bajó la cremallera de mi vestido rojo, dejando mi cuerpo descubierto por la lencería negra que llevaba puesta. Mi cuerpo, no precisamente lleno de curvas, estaba sudoroso, pero pareció no mostrarle importancia y su respiración se agito al verme de aquella forma. De repente rompió el silencio.


-Llevaba mucho tiempo deseándote. Te quiero. -dijo por último mordisqueando mi oreja derecha.


-No digas eso por favor -le contesté soltando un pequeño gemido-. Apenas nos conocemos, y estás ebrio... -dije en baja voz.


-Nos conocemos lo suficiente -añadió rápidamente-. Ambos estamos ebrios, si no quieres ¿Por qué me dejas? -Preguntó volviendo a mordisquear mi oreja nuevamente.


Tenía razón, por algún motivo no podía resistirme, aquel hombre de cabello rubio me estaba dominando y estaba consiguiendo que me pusiera muy caliente, ahora que se había animado a hablar su voz me hacía sentir muy húmeda y comencé a ponerme más salvaje de un momento a otro.


Me di la vuelta, lo agarré del cuello y nuestros labios se fundieron en un apasionado beso, sentía su lengua junto a la mía y quise dominar la situación en un instante.


-Si quieres jugar, juguemos -me separé de sus labios y dije rápidamente para volver a besarlo.

La forma en que nos conocimos era como cualquier otra, en la red, compartíamos la misma afición por los juegos online, éramos frikis del montón. Hablábamos, compartíamos tiempos juntos, con otras personas o solos, daba igual la forma, pronto éramos grandes amigos, nos contábamos nuestras penas y alegrías.


Por eso aquella situación era ilógica, ninguno mostró nunca señales de sentir atracción por el otro. Pero allí estábamos, en una situación muy morbosa, muy borrachos, sudorosos y gimiendo sin siquiera estar desnudos, la situación era una locura, hasta el punto de que me había humedecido tanto y estaba tan caliente que me había salido de control. Normalmente solía ser yo la sumisa, pero aquel hombre generaba que mi fuego interno saliera de mí.


-¿De verdad esto está bien? -Le pregunté casi sin respiración.


-¿Por qué no? Nada nos ata, somos libres -en ese instante desabrochó mi sostén.


Mis pechos desnudos quedaron al aire y él los agarro tan fuerte como pudo, sentía que allí mismo iba a llegar al clímax, pero controlé mi respiración y me tranquilicé.


-Se cómo te llamas, de donde eres, tu edad, lo sé todo de ti, pero nunca me contaste esta faceta tuya -le dije sin rodeos.


-Todo no se puede contar, el factor sorpresa también importa -soltó una sonrisa pícara-. Además yo también sé todo de ti –pronunció mi nombre de pila, sonaba tan bien de sus labios.


Aquel hombre, me llevaba años de experiencias y aun así me hacía sentir como nunca antes lo había hecho ningún otro hombre, estaba a punto del clímax y acabábamos de empezar.

-Nos vamos a volver adictos a esto -metió uno de mis pezones en su boca-. Tu cuerpo es maravilloso -esta vez paso su lengua suavemente.


Grité de placer en ese instante, era la primera vez en mi vida que gritaba por placer, pero el sonido salió solo de mi boca sin esperarlo.


-¡Estás loco! -grité de nuevo-. Como puede...-volví a gritar-. Gustarte mi feo cuerpo -respiré un segundo.


-Eso debería decirlo yo -respondió tajante-. ¿No te estoy excitando? Y yo tampoco soy nada del otro mundo -paró y volvió a mordisquear mi pezón-. Tengo mi pene muy duro, eso significa que me pones muy caliente -cogió mi mano y la puso en su miembro.


Lo sentí a través del pantalón, estaba muy duro, los pantalones húmedos hacían notar que sus líquidos salían sin control.


No pude evitarlo, tocar su pene me había enloquecido, lo tiré contra el sofá y baje sus pantalones. Sus bóxers negros ajustados resaltaban el tamaño de su miembro.

Por fin lo tenía frente a mí, con aquellos bóxers negros y su miembro muy duro, lo había tirado al sofá y estaba completamente a mi merced.


-Quizás no es el momento, pero debo confesarte algo -dije a la vez que acercaba mis labios para rozar su erecto pene-. En realidad yo también te deseo -dije con voz temblorosa.


-Yo te deseo aún más -respondió sin pensar-. Y me gustas demasiado -agarro mi cara y me beso suavemente.


Ahora sí que se había salido de control, porque actuábamos así, si ambos apenas nos conocíamos, porque nos atraíamos tanto sexualmente.


-Lo siento, no puedo soportarlo -arranqué prácticamente sus bóxers.


Agarré entre mis manos su enorme pene, y me lo metí en la boca, pasando mi lengua por su glande, mientras él gemía muy fuerte y me agarraba del pelo.


-Dios mío, que bien... Lo... Haces -sus gemidos no lo dejaban hablar.


Tenía aquel gran miembro en mi boca y me encantaba, no sabía si comerlo hasta el final para que él terminara dentro de mi boca o quitarme el tanga negro y mostrarle mi vagina.


De repente se levantó bruscamente, me empujo contra el sofá y me arrancó el tanga, mi vagina rasurada quedo al descubierto, noté como se mordía el labio mientras la miraba.


Introdujo un dedo por la vagina y su lengua recorrió mi clítoris. Mis gritos me dejaban sin respiración, estaba sintiendo tanto placer que quería más, así que agarre su pelo fuerte pidiendo más y más.


-Dame más, quiero más de ti, por favor, compláceme -grité su nombre por el placer que sentía.


Entonces introdujo otro de sus dedos por mi ano y armoniosamente hacía todo en sincronía.


-Te quiero -le dije, para seguidamente tener un orgasmo.


Mi piel se estremeció, mucho líquido brotó de mi vagina y mis músculos se endurecieron del placer.


Aquel hombre me volvía loca, y solo era el comienzo de la noche.


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